¿Cómo no volverse loco en cautiverio?
Alyona Tkalich
25 de marzo
de 2025
El 19 de marzo se celebró en Viena una reunión con el defensor ucraniano de los derechos humanos y ex prisionero de guerra Maksym Butkevych. El evento forma parte de una gira por la UE durante la cual Maksym comparte su experiencia, se comunica con los medios de comunicación locales y recuerda la importancia de la solidaridad.
“Hoy es un día muy feliz para mí, porque ha tenido lugar un importante intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania [el 19 de marzo, tuvo lugar un intercambio de 175 prisioneros por 175, nde]. Ninguno de mis compañeros [con los que serví] estaba entre los que fueron liberados, pero uno de ellos pasó tiempo conmigo en la cárcel de Luhansk. Después de mi liberación, me puse en contacto con su esposa. Así que hoy le he enviado mis saludos. Está muy feliz y agradecida. Cada intercambio es una fiesta para mí”, dice Maksym Butkevych, un famoso defensor de los derechos humanos ucraniano que se ofreció como voluntario para el ejército al comienzo de la invasión rusa y fue capturado en el verano de 2022, pasando más de dos años en cautiverio.
En Rusia, Maksym fue condenado a 13 años de prisión tras un caso creado desde cero, presentándolo como un extremista a la cabeza de una unidad de extrema derecha. Estas acusaciones conmocionaron a todas las personas que conocían a Maksym y provocaron la reacción opuesta: Surgieron numerosas publicaciones explicando quién es realmente. Butkevych es un activista de derechos humanos, cofundador de la ONG “No Borders” y una de las pocas personas en Ucrania que se dedica a ayudar a las y los solicitantes de asilo, refugiados y estudiantes extranjeros que se enfrentan a la injusticia, el maltrato y la intolerancia. También ayudó a las y los refugiados políticos que huían de los regímenes autoritarios, principalmente el de Putin.
¿Puede un defensor de los derechos humanos ser un soldado?
“Estaba en contacto con solicitantes de asilo y refugiados rusos, y conocía su situación, sabía de dónde huían. También estuve en contacto con defensores rusos de los derechos humanos, verdaderos defensores, por lo que conocía bastante bien la situación de los derechos humanos en Rusia. Y pensé que podría saber cuál iba a ser la situación de los derechos humanos en los territorios ocupados por Rusia, lo cual es muy simple: no habría derechos humanos, porque esta cuestión simplemente no forma parte de la ideología del 'mundo ruso',” explica Maksym, en respuesta a la pregunta de si existe una contradicción entre el trabajo en favor de los derechos humanos y el servicio militar.
Al mismo tiempo, no tenía apenas formación militar. En la universidad donde estudiaba Maksym, la Facultad de Filosofía, el departamento militar era solo una formalidad; en la década de los 2000, nadie creía en la realidad de una gran guerra. Sin embargo, obtuvo el rango de oficial, por lo que cuando se alistó en el ejército, fue ascendido a comandante. Afortunadamente, dice, algunos miembros de su unidad tenían una verdadera experiencia militar, mientras que otros tenían que aprender los fundamentos de la guerra por sí mismos.
“Leímos manuales. Vimos muchos vídeos de YouTube; hay cosas increíbles. 'Cómo usar un lanzacohetes' era uno de mis favoritos", dice Maksym riéndose.
En realidad, pensaba constantemente en cómo podría ser realmente útil, en lo que hacía mejor.
“Los años anteriores intentaba preocuparme por la gente y ahora tenía 20 hombres a mis órdenes. Y me dije a mí mismo que le correspondía a un comandante preocuparse por sus hombres. Y muy pronto, todos, no solo en mi pelotón, sino también en los alrededores, entendieron que 'si necesitas algo, tienes que dirigirte a Moisés'. 'Moisés' era mi nombre de guerra,” dice Maksym.
Cómo no perder la cabeza en cautiverio
Butkevych y parte de su unidad fueron capturados en el verano de 2022 en la región de Luhansk. Fueron víctimas de malos tratos, golpes y humillaciones. Un oficial de inteligencia golpeó a Maksym con un palo y lo obligó a “aprender la historia ucraniana” recitando un discurso de Putin. Según Maksym, para no perder la razón, inventó sus propias oraciones y, al mismo tiempo, distopías satíricas sobre el imperialismo. Preocupado por no olvidar el inglés, se lo enseñó a sus compañeros de prisión, lo que, sin manual, ni siquiera papel, fue, en sus propias palabras, “una experiencia enriquecedora”. Escribió, en su cabeza, crónicas para publicaciones en inglés e imaginó pronunciar discursos ante un público de habla inglesa.
También cuenta que a menudo pensaba en las personas que había conocido en su vida. El recuerdo de todas estas personas maravillosas le animaba.
“Si un guardia hubiera mirado en mi celda en ese momento, se habría sorprendido al ver a un prisionero de guerra gris verdoso, mal afeitado y sucio, sonriente y absolutamente feliz”, dice irónicamente.
Maksym ignoró su intercambio hasta el último minuto. Él y otro prisionero recibieron la orden de hacer las maletas y prepararse para el traslado. Nadie les dijo a dónde iban. Maksym supuso que serían enviados al hospital, porque el otro soldado, que había sobrevivido a la tortura, estaba en estado grave, y la salud de Maksym también se había deteriorado. Otra posibilidad era un traslado a una colonia en Rusia. Se negaron a considerar un intercambio para evitar cualquier decepción.
Al principio, fueron llevados a otra colonia, donde se unieron a un grupo más grande de prisioneros de guerra. Luego, les vendaron los ojos con cinta adhesiva y les transportaron a un destino desconocido. No fue hasta el día siguiente cuando se dieron cuenta de que estaban en Bielorrusia y, poco después, vieron la frontera con Ucrania.
“Cuando vimos los colores nacionales y el uniforme ucranianos, fuimos felices. Pero me alegro de que no haya sucedido todo al mismo tiempo, porque habría sido muy difícil de manejar. Llegó en oleadas y fue muy agradable”, explica Maksym.
¿Están cansados los ucranianos?
Después de la exposición de Maksym, se plantearon varias cuestiones delicadas para los ucranianos. Por ejemplo, ¿está Ucrania experimentando actualmente una escasez de soldados? Maksym subrayó que después de tres años de guerra, esta situación se ha convertido inevitablemente en un desafío. Sin embargo, la situación no debería ser crítica, ya que el gobierno no ha introducido el servicio militar obligatorio a partir de los 18 años ni la movilización de mujeres, aunque muchas de ellas sirven voluntariamente en las fuerzas armadas ucranianas.
“Hay otro aspecto que podría pasar desapercibido: si la primera etapa de una invasión a gran escala había consistido principalmente en una guerra de artillería, ahora nos enfrentamos a una guerra de drones. Las tropas menos numerosas, pero mejor equipadas técnicamente, resisten y repelen con éxito los ataques enemigos, e incluso reconquistan territorios. Probablemente se trate de una guerra más sofisticada que cualquier otro conflicto anterior. Los analistas militares indican que necesitamos más personal, pero no solo en la infantería, sino más bien personas lo suficientemente competentes para usar el equipo, y se trata sobre todo de drones”, añade Maksym.
Preguntado sobre la voluntad de Ucrania de ceder territorios, Maksym ha subrayado que la reconquista de las fronteras de 1991 era extremadamente difícil. Pero ceder oficialmente los territorios ocupados a Rusia sería aún más difícil.
“Significaría el fin de lo que queda del sistema de seguridad europeo, porque significaría que un Estado podría invadir el país vecino para arrebatarle parte de su territorio y acabar impune. Sería el fin del derecho europeo e internacional tal y como lo conocemos”, subraya Maksym.
También recordó que el objetivo de Rusia no es solo Crimea o el Donbás, sino la sumisión total de Ucrania. Millones de personas que aún están bajo ocupación sufren plenamente esta política.
Cuando se le preguntó sobre el trato de los prisioneros de guerra rusos en Ucrania, Maksym subrayó que las organizaciones de derechos humanos habían denunciado casos de violencia física. Sin embargo, las organizaciones internacionales tienen acceso a los campamentos ucranianos de prisioneros de guerra, pueden interrogar a los prisioneros y los responsables del maltrato pueden ser procesados. En Rusia, en cambio, el sistema está cerrado.
“No puedo imaginar que podríamos haber hablado con los funcionarios del Alto Comisionado de Derechos Humanos que nos visitan en los centros de detención rusos si nos hubiéramos atrevido a criticar a Rusia y a nuestras condiciones de supervivencia”, dice Maksym.
Según él, para Ucrania en esta guerra es crucial no convertirse en una “pequeña Rusia”. Sin embargo, Ucrania sigue siendo una democracia y “nuestros líderes no son Putin: no pueden hacer lo que quieran”.
“Las perspectivas son actualmente bastante vagas en muchos aspectos, pero creo que lo hemos hecho bien”, dice Maksym.
En la actualidad, Ucrania, en sus propias palabras, se está convirtiendo en el escudo de todas las comunidades que aspiran a vivir libremente, solidariamente y sin miedo. Sin embargo, la sociedad ucraniana está pagando un alto precio y necesita apoyo.
“Por eso estoy aquí y trato de hablar con todos los que quieren escuchar, e incluso con algunas personas que no quieren escuchar”, explica Maksym.
En un futuro próximo, visitará más de una docena de ciudades europeas.
Traducido por Faustino Eguberri
Artículo original
Publicado orginalmente
el 20 de marzo
de 2025
Alyona Tkalich. Experta en derechos de la mujer, personas con discapacidad, maternidad en el contexto moderno, reforma de la asistencia sanitaria, educación y bienestar social.