La segunda muerte de la casa de los escritores de Járkiv
Durante el bombardeo masivo de Járkiv, una ciudad de más de un millón de habitantes cerca de la frontera con Rusia, la casa de los escritores, Slovo, quedó gravemente dañada. La casa es un importante edificio de Járkiv, asociado al renacimiento de la escena artística ucraniana en la década de 1920.
Es la segunda vez en la historia del edificio que es atacado. Entre 1933 y 1938, la Rusia soviética había enviado agentes de su servicio secreto, el NKVD, para detener y matar a decenas de sus residentes, la élite creativa ucraniana. Desde la independencia de Ucrania en 1991, la casa se convirtió en un lugar importante en el mapa cultural de Járkiv: antes de la invasión de Rusia acogió eventos literarios y residencias de escritores, y acogió a decenas de personalidades culturales ucranianas, entre ellas el escritor Serhiy Zhadán, Oksana Zabuzhko, Lyuba Yakimchuk y Lyubko Deresh, la investigadora literaria Yaryna Tsymbal y la traductora Tetyana Rodionova.
En 1917, el Estado ucraniano no pudo resistir el asalto de las armas rusas. Pero la resistencia del país permitió a Ucrania convertirse en parte integral de la Unión Soviética en 1922 en igualdad de condiciones con las otras repúblicas fundadoras. Al menos eso es lo que estaba escrito en el tratado de unión firmado por las repúblicas en ese momento. Las autoridades soviéticas desplazaron la capital de Kíiv a Járkiv, y la ciudad se convirtió en un centro literario de renombre. Se construyeron edificios constructivistas muy interesantes, incluida la casa de los escritores Slovo. Fue diseñada en forma de “С” - es la primera letra de la palabra ucraniana слово (slovo), que significa “palabra”. La forma simbólica de la casa es particularmente visible en las fotografías tomadas desde arriba. En las fachadas del edificio hay placas conmemorativas con los nombres de decenas de ilustres personalidades culturales ucranianas.
En la década de 1920, el gobierno lanzó una política de “ucranización”, tratando de liberar al Estado del dominio imperial ruso. Se publicaron periódicos en ucraniano, así como decenas de revistas culturales y literarias. El mercado de la edición de libros se desarrolló rápidamente. La casa Slovo fue construida especialmente para las y los escritores. La calle donde se encuentra se llama Chervonykh Pis'mennykiv - “los escritores rojos [soviéticos]”. En una época en la que la mayoría de las y los ucranianos vivían en casas comunitarias con cocinas compartidas, quienes residían en Slovo disfrutaban de un nivel de confort fantástico, con apartamentos privados, duchas y calefacción central. Incluso había un solárium en la azotea, donde los niños podían tomar el sol. Las generaciones mayores, por su parte, tuvieron derecho a las últimas tecnologías de la época. Las primeros radios aparecieron en los hogares. Quienes no las tenían iban a casa de sus vecinos a escuchar la radio.
Para muchas personas la máquina de escribir también era una fuente de confort y de orgullo. La Smith de marca americana y la Erika, fabricada en Alemania, eran populares. Otras preferían una Remington portátil (que podía ser transportada en un estuche de cuero) o la muy fiable Underwood. Se instalaban teléfonos en todos los apartamentos, sin que se sepa si era para disfrute de las personas residentes o para los servicios especiales, que tenían la costumbre de escuchar sus llamadas. Las conversaciones telefónicas amistosas entre escritores eran a menudo evocadas por los investigadores poco después…
A pesar de la comodidad moderna, la casa Slovo no era un ambiente propicio para la escritura. A partir de 1930 el totalitarismo soviético se hizo más opresivo. Los escritores estaban sofocados por la censura y a menudo eran interrogados por la NKVD, ya sea para ser interrogados o bien para ser reclutados. Las y los escritores ucranianos se enfrentaron al poder soviético de muchas maneras. Lucharon bajo la bandera “mala” (es decir, no la bandera roja soviética, sino la bandera azul amarilla y azul de Ucrania). O escribieron de manera demasiado pesimista sobre la realidad posrrevolucionaria, en lugar de glorificarla. Otros compartían su admiración por la cultura europea y la falta de afecto por Moscú, lo que a ojos de sus jefes era nocivo e inaceptable. La cuestión de la orientación cultural (y política) de Ucrania (¿debe orientarse hacia Occidente o hacia Rusia?) fue debatida con pasión a finales de los años 1920, en un célebre debate literario que fue reprimido por la fuerza por las autoridades. Este debate intentaba defender la soberanía cultural de Ucrania y rechazar y negar las intenciones imperialistas de Moscú. Casi nadie apoyaba al movimiento proruso en Ucrania. Habiendo comprendido que habían perdido la batalla ideológica, las autoridades bolcheviques comenzaron a reprimir masivamente a toda la gente que había tomado parte en este debate.
El teatro ucraniano se desarrolla en la década de 1910
El director Les Kurbas, fundador del teatro moderno de Berezil, vivió durante un tiempo en la casa Slovo. Su vecino, el eminente dramaturgo Mykola Kulish, se interesaba por el estilo expresionista y experimentaba con esta forma de arte. En 1933, cuando Rusia desencadenó la hambruna del Holodomor en Ucrania, que causó alrededor de 3,9 millones de muertes y la pérdida de 600.000 bebés durante el parto, Kulich escribió el absurdo drama Maklena Grasa. El absurdo se convertió en la única forma de que los escritores ucranianos expresen correctamente estos eventos catastróficos no solo en Ucrania, sino en toda Europa. Fue justo antes de que Adolf Hitler llegara al poder. En la primavera de 1933, las y los residentes de la casa Slovo comenzaron a ser detenidos, sobre la base de acusaciones completamente inventadas de conspiración para asesinar a los dirigentes soviéticos.
Otra personalidad que vivía en el edificio era el escritor Mykola Khvylovy, que fue el principal representante oficioso de esta generación de escritores ucranianos. Presentó en una serie de artículos publicados por las principales publicaciones de la época un manifiesto sobre la orientación política y cultural de Ucrania, subrayando la necesidad de superar la dependencia del país de sus colonos. La resistencia de Khvylovy contra el sistema soviético fue alentada por sus partidarios y se volvió tan poderosa que el propio Stalin participó en el debate. En 1926 escribió una carta especial al gobierno ucraniano ordenándo hacer callar a Khvylovy.
Un domingo soleado por la mañana, 13 de mayo de 1933, los amigos y vecinos de Khvylovy en la casa Slovo escucharon un disparo. El escritor se había pegado un tiro. Los habitantes de Járkiv comenzaron a llamar a este edificio el “crematorio”. Noche tras noche, los coches negros del NKVD se detenían frente a la casa para llevarse a sus últimas víctimas.
Una historia de detención injustificada supera casi la capacidad de comprender. El 4 de noviembre de 1934, en vísperas del aniversario de la revolución bolchevique, los miembros de la NKVD de Stalin llegaron al cuarto piso de la casa Slovo en busca del dramaturgo Vasyl Minko. Pero no estaba allí: una versión de la historia cuenta que habría sido advertido de su arresto y habría huido a los suburbios de Moscú. Pero, en cualquier caso, había que proceder a una detención. En lugar de llevarse a Minko, los policías bajaron al tercer piso, al apartamento de otro Vasyl, un joven y talentoso letrista llamado Vasyl Mysyk, que no tenía nada que ver con la política.
Cuando se le ordenó que fuera con los oficiales de policia, Mysyk les pidió que le mostraran una orden de detención. Allí vio el nombre de su vecino, Minko. Pero si esta diferencia no perdonó a Mysyk, el fallo del NKVD salvó la vida de Minko. El pobre Vasyl Mysyk, sin haberse declarado culpable ni confesado, escapó del peor destino. Aún así cumplió su condena de cinco años, luego regresó a Járkiv y mantuvo un perfil bajo durante el resto de su vida, intentando no llamar la atención de las autoridades. Vasyl Minko siempre intentó ayudar a su salvador involuntario, sintiendo el peso de su propia culpabilidad. Entre 1933 y 1938 casi todas las personas que se habían instalado en la casa Slovo construida a finales de los años 1920 fueron detenidos.
Después del hundimiento de la Unión Soviética, se han hecho esfuerzos considerables en Ucrania para restaurar la memoria nacional. Se han resucitado nombres y manuscritos que antes estaban prohibidos, se han restaurado tumbas saqueadas. En Járkiv, la tumba de Mykola Khvylovy había desaparecido durante la creación de un parque en el cementerio. Pero en 1991, cinco familias se unieron para encontrarla, utilizando informaciones transmitidas de generación en generación. Destruir el edificio Slovo es privarnos de una parte importante de la memoria colectiva de nuestra resistencia contra el imperio soviético y de la identidad de nuestra literatura. Sabemos por qué luchamos. Recordamos a las víctimas. Sabemos lo que los ocupantes rusos ya han hecho en nuestras tierras. Tenemos que ganar.
Traducido por Faustino Eguberri
Traducido del n.º 34 de Soutien à l'Ukraine résistante
Publicado orginalmente el 10 de de 2024