Alemania, Ucrania, Rusia, OTAN: ignorar la historia y la geografía para alejarse mejor de la solidaridad


Christian Zeller
17 de octubre de 2024

En el número de septiembre del periódico Sozialistische Zeitung, la editora responsable de la publicación vuelve una vez más sobre la guerra rusa contra el pueblo ucraniano y afirma -como lo ha hecho durante años- que la escalada es principalmente debida a los países de la OTAN, que avanzan a pasos agigantados hacia la Tercera Guerra Mundial y arrastran al mundo hacia el abismo.

Sobre esta cuestión, en primer lugar debe señalarse con toda objetividad que Putin tiene muchas otras opciones para una escalada antes de desencadenar una guerra contra la OTAN y recurrir a las armas nucleares, y que estas opciones no deben limitarse necesariamente a Ucrania.

Por supuesto, debemos oponernos a la ola de rearme de la OTAN y a la militarización de nuestras sociedades. Sin embargo, la oposición al militarismo y al rearme es más creíble si se toma en serio la amenaza que Rusia supone para Ucrania y otras sociedades de Europa del Este. Para los gobiernos de los países de la OTAN, la guerra en Ucrania es solo un pretexto para impulsar el rearme sin proporcionar un apoyo realmente eficaz a Ucrania. En lugar de desnudar este cinismo de los dominantes, Angela Klein condensa su planteamientos en esta frase absurda:

“Rusia no es ciertamente menos imperialista que la OTAN, pero no tiene ambiciones territoriales con respecto a los países miembros de la UE, sus aspiraciones imperiales se centran en el territorio de la antigua Unión Soviética”.

En un artículo del mismo tipo publicado en el sitio web intersoz.org de la Organización Socialista Internacional (ISO), en el que critican con razón la carrera armamentista emprendida por la OTAN, Angela Klein y Hermann Nehls repiten las mismas tonterías.

Con ello, Angela Klein y Hermann Nehls no solo se revelan como olvidadizos de la historia, sino que simplemente niegan la geografía política tal y como existe en Europa desde hace 20 años.

No solo olvidan la existencia de los Estados bálticos, que forman parte de la UE desde hace 20 años, sino que deliberadamente pasan por alto la expansión rusa en Siria y en muchos Estados africanos. Esta expansión rusa no tiene nada que ver con la restauración de la URSS, sino que forma parte de la tradición de la Rusia zarista. Para aquellos y aquellas de la izquierda que se preocupan sobre todo por el bienestar de la clase trabajadora alemana tal y como se la imaginan, y que, en buena armonía con el capital de su país, aspiran más o menos abiertamente al regreso de un gas ruso barato, esto obviamente no es decisivo.

“En el siglo pasado, fueron los ejércitos alemanes los que hicieron la guerra a Rusia en dos ocasiones, […]”. Esta declaración de Angela Klein y Hermann Nehls es correcta, pero deliberadamente incompleta. Omiten el hecho de que los ejércitos alemanes, con sus guerras, devastaron en gran medida Ucrania y otros territorios existentes entre Alemania y Rusia. El hecho de que los “espacios intermedios” entre Alemania y Rusia, desde los países bálticos hasta el Mar Negro, sean olvidados está de todos modos en la tradición alemana, desde derecha a la izquierda. Es sintomático que ambos autores mencionen a Lituania, pero solo como un lugar de estacionamiento de las tropas alemanas, y no como un país en el que sectores enteros de la sociedad se sienten amenazados por Rusia debido a una experiencia histórica muy concreta.

Cualquiera que agite el espectro de la “ Tercera Guerra Mundial” sobre esta base debería, en primer lugar, confrontar el mapa de los miembros de la UE con los contornos de la antigua URSS, y luego y sobre todo reconsiderar las tres décadas y media, o incluso las últimas ocho, que acaban de transcurrir.

Para una parte de la izquierda, olvidando la historia e interpretando la geografía política europea de manera singular, la OTAN lleva al mundo a la tercera guerra mundial. Todo el mundo sabe que desde el comienzo de la gran guerra de Rusia contra Ucrania, ha sido Putin quien ha jugado repetidamente la carta del arma nuclear para evitar que otros países ayuden eficazmente a Ucrania. Cualquiera que se deje influir por tales amenazas perversas puede, en realidad, abandonar desde el principio cualquier perspectiva de transformación democrática y ecosocialista global.

A este enfoque corresponde también la forma en que Hermann Nehls da cuenta del libro recientemente publicado por Ulrike Eifler (secretaria de IG Metall y presidenta de la comisión nacional “empresa y sindicato” de Die Linke) Ganar la paz, no la guerra. El papel de los sindicatos en el movimiento por la paz. Se trata de una colección de discursos pronunciados en una conferencia organizada por IG Metall y la Fundación Rosa Luxemburgo en enero de 2023. A lo largo del libro, encontramos la idea de que la guerra en Ucrania es una guerra por poderes entre la OTAN y Rusia. Ni una sola contribución se refiere de alguna manera a los sindicatos ucranianos. Estos no parecen existir. Hermann Nehls se inscribe en esta visión unilateral que niega a la sociedad ucraniana una voluntad de resistencia autónoma contra la ocupación rusa. Esto es tanto más absurdo cuanto que él mismo ha contribuido a lanzar iniciativas de solidaridad sindical.

En su excelente artículo sobre la solidaridad sindical publicado en ak - analyse kritik | Zeitung für linke Debatte und Praxis, Bernd Gehrke tiene una opinión completamente diferente sobre el libro:

“Las actas del congreso de sindicalistas “amigos de la paz” celebrado en Hanau contienen ciertamente numerosas acusaciones contra la OTAN y contra una parte de los sindicatos, pero no hay un solo rastro de solidaridad sindical con los trabajadores que han sido agredidos por la dictadura rusa y con sus sindicatos, ni con quienes soportan el sufrimiento de la guerra de terror librada contra la población civil ucraniana”.

“Esta ausencia de solidaridad internacionalista caracteriza todo el volumen y hace que cualquier discurso sobre el hecho de que la paz es algo en interés de los “trabajadores y trabajadoras” no tenga sentido. O bien, esto significa que, en los hechos, son principalmente los trabajadores y trabajadoras de aquí los que se ven afectados, mientras que el destino de las personas directamente afectadas por la guerra se deja de lado. Además, no hay ninguna alusión en las contribuciones a una crítica de la antigua colusión germano-rusa sobre la energía fósil, que fue en gran parte responsable de las dramáticas consecuencias sociales de la interrupción de las entregas de productos energéticos rusos".

El libro de Ulrike Eifler refleja de forma llamativa el nacionalismo sistemático que afecta a la izquierda alemana y el rechazo de la solidaridad sindical internacional con quienes sufren en Ucrania.

Bernd Gehrke precisa: "Es precisamente porque no existe un vínculo "automático", entre, por ejemplo, el apoyo militar a Ucrania, la militarización de la sociedad o el desmantelamiento de los logros sociales, como profesan algunas partes de la clase dirigente, que quienes están a favor de la entrega de armas a Ucrania se han pronunciado claramente, desde hace mucho tiempo, en Analyse Kritik (ak) en contra de la reanudación de la carrera armamentista y las repercusiones de las consecuencias de la invasión rusa sobre las clases trabajadoras".

En otro artículo de la edición de septiembre de SoZ, Angela Klein da un paso más y hace una referencia complaciente a un artículo altamente unilateral publicado en el sitio web ultracampista “Deferend Democracy Press”. Este informa de las campañas de reclutamiento del ejército ucraniano que se llevan a cabo con métodos indiscutiblemente represivos e inaceptables y se alegra de una supuesta desintegración del espíritu de defensa ucraniano. Angela Klein espera, a su manera, que la resistencia ucraniana se derrumbe pronto. Sin embargo, sabemos que la sociedad ucraniana es más diversa y compleja de lo que sugieren estas expectativas simplistas.

Por último, Angela Klein convoca una nueva “conferencia de Zimmerwald”. SoZ incluso reproduce este documento histórico de 1915.

Es loable. Sin embargo, el manifiesto se pronuncia explícitamente en contra de cualquier ocupación y a favor del derecho a la autodeterminación de los pueblos (ver aquí).

“Esta lucha es la lucha por la libertad, por la fraternidad de los pueblos, por el socialismo. Debemos emprender esta lucha por la paz, por la paz sin anexiones ni indemnizaciones de guerra. Pero tal paz solo es posible si se condena cualquier pensamiento de violación de los derechos y libertades de los pueblos. No debe conducir ni a la ocupación de países enteros ni a anexiones parciales. Nada de anexiones, ni confesadas ni enmascaradas, ni una subyugación económica que, debido a la pérdida de la autonomía política que conlleva, se vuelve aún más intolerable. El derecho de los pueblos a disponer de sí mismos debe ser el fundamento inquebrantable en el orden de las relaciones de nación a nación”.

Si Sozialistische Zeitung se tomara en serio este importante documento, también tendría que añadir algo sobre cómo Rusia puede ser obligada a poner fin al terror ejercido contra la población por la ocupación de las ciudades y pueblos ucranianos y sobre cómo los ucranianos pueden hacer valer su derecho a la autodeterminación. Incluso cuando se trata de documentos históricos, la forma de ver de SoZ es, por tanto, particularmente selectiva y unilateral.

Sozialistische Zeitung ha sido durante mucho tiempo un instrumento valioso al servicio de quienes se esforzaban por promover la causa del socialismo emancipador. Desde hace varios años, este periódico se enfrenta a crecientes dificultades de orientación. Ciertamente, SoZ también ha dado la palabra a socialistas y feministas de Ucrania. Pero desde el comienzo de la gran guerra rusa contra la población ucraniana, se ha encontrado en varias ocasiones junto a quienes relativizan el imperialismo ruso y su régimen cercano al fascismo, que culpan de la guerra al "expansionismo occidental" y que quieren dejar indefensa a la población ucraniana. Así, este periódico se vuelve inútil. El número de agosto de ak - analyse kritik | Zeitung für linke Debatte und Praxis, con un punto culminante detallado contra el “campismo de izquierda”, constituye un rayo de esperanza.

Aprovecho la oportunidad para llamar la atención una vez más sobre la declaración internacional “Ucrania: una paz popular, no una paz imperial”. Los firmantes de esta declaración se pronuncian tanto a favor de un apoyo decidido a la resistencia ucraniana como en contra de la ola de rearme de los países de la OTAN. En lugar de armar a Israel y Arabia Saudita hasta los dientes, Ucrania debe ser apoyada para que su resistencia tenga éxito y el régimen de Putin se dé cuenta de que la continuación de la guerra de agresión solo le hará perder más influencia.


Traducido por Faustino Eguberri

Artículo original

Artículo en francés

Publicado orginalmente el 23 de septiembre de 2024