Dónde y cómo se crean las 'islas de sociabilidad'
La difícil situación económica, el declive del apoyo social y la corrupción parecen conducir a una falta de confianza entre los ciudadanos. Pero es posible mantener la confianza en el futuro siempre que haya personas que estén dispuestas a cumplir con su deber de forma desinteresada para apoyar a los demás. Estas personas se encuentran incluso entre los gerentes, especialmente en las administraciones locales. Conocen bien las dificultades de sus compatriotas, y algunos de ellos incluso han vivido con ellos los problemas de la guerra. Por lo tanto, el deseo de ayudar a las y los demás, el intento de construir una “Ucrania social”, al menos a nivel local, es una aspiración lógica para estos ciudadanos.
Anteriormente, ya hablamos de las y los starosta [responsables administrativos elegidos por un período de 5 años que representan los intereses de todos los habitantes (ndt)] que arriesgaron sus vidas para llevar comida a los aldeanos en las zonas afectadas por los cortes de energía y restaurar las infraestructuras dañadas. En este artículo abordaremos las medidas de apoyo social que algunos utilizan para mejorar la situación de sus conciudadanos. En particular, se trata de un ejemplo de alojamiento gratuito para decenas de personas desplazadas en un pequeño pueblo de la región de Cherkasy. Programas sociales destinados a proporcionar atención médica y aumentar la tasa de natalidad en la región de Chernihiv. El artículo también habla de los líderes de las aldeas del frente, que se mantienen en contacto con sus conciudadanos casi las 24 horas del día, y algunos de los cuales prefieren vivir en edificios dañados. Prefieren vivir en casas dañadas para que sus conciudadanos tengan suficientes materiales de construcción para reconstruir su casa.
Contamos con la gente
Según el Banco Mundial, citado por el Ministerio de Política Social, desde el inicio de la guerra la tasa de pobreza en Ucrania ha aumentado del 5% al 24%. Las categorías vulnerables de la población más afectadas son: las y los jubilados, las personas con discapacidad, la mayoría de las personas desplazadas dentro del país y las madres solteras. El Estado solo proporciona un apoyo muy limitado a estos ciudadanos y, por lo tanto, una parte importante de la ayuda se confía a los gobiernos locales, aunque la mayoría de ellos no tienen presupuestos suficientes. Sin embargo, hay ejemplos en los que, incluso con financiación limitada, los problemas de muchas personas son tratados a nivel local.
En el pueblo de Zelena Dibrova de la colectividad territorial de Vilshany, en la región de Cherkasy, al comienzo de la guerra el starosta Ihor Shcherbak publicó en una red social un anuncio invitando a las personas desplazadas a instalarse en su pueblo. El starosta ayudó a todos los recién llegados proporcionándoles alojamiento gratuito. En dos años y medio, este pueblo de 320 habitantes proporcionó viviendas temporales a decenas de personas desplazadas. Hoy en día, 38 nuevos residentes con niños viven en el pueblo.
“La gente no paga ni un céntimo por la vivienda, excepto la electricidad. Pueden vivir todo el tiempo que quieran. Quienes lo deseen pueden comprar su casa, hay quienes lo hacen. El hecho es que muchas casas del pueblo están vacías, ya que sus propietarios se han trasladado a otras regiones o al extranjero. Nos mantenemos en contacto con cada propietario y cada uno de ellos permite a las personas desplazadas vivir gratis en su casa”, explica Igor Shcherbak, quien él mismo puso la casa de su abuela a disposición de las personas desplazadas.
Antes de que los residentes se muden, se limpia cada patio: se retira la basura y se realizan reparaciones menores si es necesario. El starosta cuenta con la ayuda activa de los residentes locales. La administración de la aldea, junto con la comunidad, también proporciona a los recién llegados alimentos, ropa, utensilios domésticos y muebles. Además, los habitantes les ayudan a encontrar trabajo: en los pueblos vecinos, los grandes agricultores siempre necesitan mano de obra.
Cabe señalar que la ayuda para el reasentamiento de las personas supone ciertos costos financieros por parte del starosta, aunque los recursos son limitados. Además de apoyar a las personas desplazadas, la aldea debe ocuparse de las instalaciones de la aldea y proporcionar apoyo social a los residentes locales y a otros aldeanos que forman parte del personal militar. También hay que hacer esfuerzos considerables para organizar el alojamiento de cada familia de personas desplazadas y resolver sus problemas. Sin embargo, el starosta se mantiene sereno ante las dificultades relacionadas con el reasentamiento de las personas desplazadas. Para él, es una oportunidad no solo para aumentar la población del pueblo, sino también para ayudar a la gente.
“Muchas personas están de luto y el Estado no tiene muchas oportunidades de ayudarles. Tenemos la oportunidad de dar nuestro apoyo, así que lo hacemos. Ninguno de nosotros se beneficia de ello. Personalmente, me duele ver las dificultades que atraviesa la gente... Empecé a ayudar a las personas desplazadas en 2014. Fue entonces cuando decidí que, como jefe del consejo del pueblo, podía ayudar a la gente a alojarse. Así que recorrí el pueblo, miré las casas vacías, hablé con los propietarios. Luego publiqué un anuncio en las redes sociales para anunciar que teníamos muchas casas disponibles, y la gente comenzó a venir”, dice. Igor Shcherbak está convencido de que solo un responsable con conciencia puede entender a una persona que lo ha perdido todo. Cree que la conciencia es el activo más valioso en el cambiante mundo actual.
El pueblo apoya la natalidad
Se puede observar una experiencia interesante en la hromada [comunidad territorial (ndt)] fusionada de Malodivytska (ATC) del óblast de Chernihiv. Olena Zhuravel, responsable de la hromada, explicó a Commons que ella y sus colegas han optado por centrarse en proporcionar asistencia social general a la población, ya que creen que el apoyo social debería ser una prioridad en las difíciles condiciones actuales. Aunque la comunidad en sí es pequeña, 12 localidades con una población de cuatro mil residentes, y el presupuesto de la comunidad no es grande, la administración encuentra fondos para financiar una serie de programas sociales. Estos incluyen: ayuda a huérfanos y niños privados de cuidado parental; ayuda a los ciudadanos que cuidan de padres discapacitados; ayuda para pagar facturas de servicios públicos para personas con discapacidad visual, familias de soldados internacionales muertos en Afganistán y familias de soldados del ejército ucraniano caídos; un programa de reembolso de gastos de viaje para pacientes con insuficiencia renal aguda crónica; ayuda a los estudiantes y otros apoyos.
El apoyo financiero para acceder a los servicios médicos es una de las iniciativas importantes de la ATC. Este año, algunos residentes que necesitan tratamiento recibieron hasta 5.000 UAH [código de la moneda ucraniana que supone alrededor de 0,022 euros (ndt)] cada uno del presupuesto local, y el personal militar recibió hasta 30.000 UAH (el salario mínimo en Ucrania es de 8.000 UAH). El ATC de Malodivytska incluso tiene su propio programa de apoyo a la natalidad: por cada recién nacido la comunidad paga a los padres una asignación única de 10.000 UAH. Desde hace varios años, se ha destinado medio millón de hryvnias a la financiación de este programa. Las prioridades de la comunidad se establecen con la participación activa de la población.
“Le pregunto a la gente cuáles de los programas propuestos deberían implementarse. La mayoría de ellos optan por abordar los problemas sociales. Tomemos, por ejemplo, el programa de “autobús social”, en el que un autobús va una vez al mes a cada distrito y lleva a los residentes al centro comunitario de forma gratuita. Fueron los propios residentes quienes plantearon esta cuestión, porque es difícil para muchas personas llegar al centro desde los pueblos más remotos... Hay una categoría de personas a las que ayudamos independientemente de los programas. Por ejemplo, el personal militar. Ahora tenemos dinero y hemos decidido pagar 5.000 UAH a cada persona de nuestra comunidad que está de servicio”, dijo Olena Zhuravel. La jefa de la comunidad asegura que conoce bien las necesidades de sus conciudadanos, ya que trabaja desde 1996 en el consejo del pueblo de Malodivytske, que luego dirigió antes de convertirse en jefa de la autoridad local.
“La gente me conoce, sabe cómo vivo y trabajo. Intento que nuestra comunidad esté orientada socialmente. Y enseño a los jóvenes que una persona que viene a pedir ayuda a la administración no debe ser “paseada” por las oficinas. Tampoco debería haber un enfoque formal para resolver el problema. Si no sabes cómo ayudar, existe Internet: te conectas a Internet y buscas información o el número de teléfono correcto. Creo que si alguien viene a pedirte ayuda, tienes que dejar de lado todo tu trabajo y ayudarle. Y podemos terminar el trabajo inacabado más tarde. A veces terminamos el trabajo en casa”, concluye Olena Zhuravel.
Estamos en contacto casi las 24 horas del día
La situación en las regiones del frente es particularmente difícil. La gente que reside en ellas necesita constantemente ayuda para obtener alimentos, materiales de construcción y agua potable, cosas que no plantean problemas tan graves para los residentes de regiones relativamente tranquilas. Nina Stogniy, jefa de las aldeas de Novomykolaivka y Kostiantynivka en la comunidad de Pervomaisk, en el óblast de Mykolaiv, explica que desde el comienzo de las hostilidades, se ha visto obligada a mantenerse en contacto con sus conciudadanos prácticamente las 24 horas del día.
“Hago mi trabajo no solo conforme a mis obligaciones oficiales, sino también más allá, porque hay muchos problemas humanitarios que resolver. La gente puede llamarme a las 11 de la noche o a las 6 de la mañana, no hay día libre. Mi teléfono me sale más caro que el de mi marido”, explica.
Las infraestructuras y el parque inmobiliario de la localidad han sido gravemente dañados por los bombardeos: 165 casas necesitan reparaciones, 25 son irreparables. De los 1.600 habitantes, solo quedan 684 personas en los pueblos. Las solicitudes de los habitantes son constantes y la ayuda para responderlas es limitada. Nina está constantemente buscando equipos médicos, medicamentos, materiales de construcción adicionales, generadores, cosa que hace todo el tiempo. La tarea más importante es proporcionar a los aldeanos materiales de construcción para que puedan reparar sus casas. Nina Stogniy necesita materiales de construcción, ya que su patio fue gravemente dañado por los bombardeos y tuvo que vivir en Mykolaiv durante mucho tiempo, mientras seguía yendo al pueblo. Como otros habitantes, la starosta tiene derecho a ayuda gratuita, pero aún no la ha utilizado. “Deja que la gente tenga todo lo que necesite. Haré mis propias reparaciones después de que termine la guerra”, dijo.
Nina Stohniy ha dirigido el pueblo durante muchos años y afirma que siempre se esfuerza por actuar en interés de la población. Por ejemplo, cuando estalló la guerra, la mujer se centró primero en la cuestión de la seguridad alimentaria. La starosta acordó con el gerente de una de las granjas locales proporcionar cereales, que se molieron inmediatamente para hacer harina y luego se convirtieron en panes en una panadería local y se distribuyeron de forma gratuita a la población.
La starosta se comunica con sus conciudadanos por teléfono, a través de las redes sociales y en persona. Cada mes, todos los aldeanos, independientemente de su categoría, reciben ayuda humanitaria, lo que permite organizar reuniones espontáneas en las que la starosta y sus colegas discuten los problemas más importantes de la aldea, proponen soluciones y, a través de una votación, determinan las acciones a emprender. La propia Nina Stohniy señala que el trabajo de una jefa de aldea en tiempos de guerra es un trabajo difícil, que requiere no solo estar atenta a las dificultades de sus conciudadanos, sino también comunicarse constantemente con ellos. Y requiere fuerza. “Hoy estamos en una situación tan difícil que la gente necesita apoyo todo el tiempo”, dijo.
Coherencia y humanidad
Ser responsable de una comunidad de primera línea no es un trabajo fácil. Como starosta, la persona que lidera una comunidad debe estar en contacto permanente con los habitantes y las organizaciones de ayuda. Al mismo tiempo, debe priorizar las tareas y resolverlas con un presupuesto extremadamente limitado. Maksym Korovai, jefe de la administración militar de la aldea de Pervomaisk, explicó a Commons que las tareas más importantes para la comunidad que dirige son el suministro de agua potable a la población, la seguridad y la construcción de refugios, así como la restauración de viviendas. La tarea de reconstrucción es particularmente importante, ya que requiere enormes recursos y tiempo. Sin embargo, según el jefe de la administración militar, desde enero del año pasado, 37 de los 43 edificios residenciales han sido restaurados (cuatro edificios han sido completamente destruidos). Maksym Korovai señala que es una priorización clara de las prioridades y un enfoque sistemático lo que permite resolver problemas a gran escala, incluso en caso de falta de recursos.
“Al comienzo de cada semana, mis colegas y yo definimos ciertas tareas y, al final de la semana, revisamos lo que hemos logrado implementar por nuestra cuenta, lo que hemos logrado implementar con el apoyo de donantes, amigos y socios, y lo que todavía no podemos implementar. Esto nos permite sistematizar nuestro trabajo, de lo contrario no seríamos capaces de identificar los cambios positivos”, dijo.
Al igual que Nina Stohniy, Maksym Korovai debe estar en contacto permanente con las y los habitantes de la comunidad. A menudo, los aldeanos incluso le llaman por los incendios, que se han multiplicado en la comunidad de mayo a julio, a veces dos o tres al día. El jefe de la administración militar transmite inmediatamente la información recibida de los aldeanos a los bomberos.
“Al principio, estas llamadas me molestaban, luego empecé a no cerrar los ojos. Me he fijado una regla: pase lo que pase, no pierdas tu humanidad. La gente viene a verme con diferentes problemas y todos necesitan ser escuchados y, si es posible, ser ayudados, aunque sea con consejos. Durante esta guerra, he desempeñado el papel de profesor, psicólogo, cuidador, conductor, farmacéutico, desminador…
“Lo esencial es responder adecuadamente a la situación y tratar de movilizar todas las fuerzas muy rápidamente y actuar para eliminar los aspectos negativos”, explica Maksym Korovai. Al mismo tiempo, señala que no desea a nadie dirigir una comunidad de primera línea en tiempos de guerra, porque en este caso, el responsable sacrifica su tiempo personal y, a menudo, su salud. El propio hombre no se arrepiente de su decisión, porque cree que ha adquirido una gran experiencia ayudando a sus conciudadanos.
Otro administrador comunitario de primera línea, Andrii Seletskyi, jefe del ATC de Novovorontsovo en el óblast de Jersón, también habla de la necesidad de abordar una amplia gama de problemas. Lamenta que todos los residentes no evalúen el trabajo de forma justa, sin entender que la comunidad solo tiene recursos limitados. Sin embargo, el funcionario está especialmente frustrado por la posición del Estado, que no ha creado las condiciones necesarias para el desarrollo económico de la región de primera línea de frente en dos años.
“No éramos particularmente ricos antes de la guerra y hoy los inversores no tienen ninguna ventaja para venir a instalarse en nuestra comunidad. No hay desgravaciones fiscales, ni movilizaciones, ni préstamos sin intereses, ni ayuda a los empresarios que registran en ella sus actividades como contribuyentes. En otras palabras, si desea crear una empresa en la región de Jersón o, por ejemplo, en la región de Vinnytsia, las condiciones serán exactamente las mismas. Todo empresario pragmático considera los riesgos en lugar de los beneficios. Y los inversores no quieren ir a la región de Jersón porque hay altos riesgos y no hay beneficios”, dijo Seletsky a Commons.
En materia de apoyo social a la población, la ayuda del Estado es de suma importancia. El Estado, con sus recursos y políticas, puede hacer mucho más que los gobiernos locales. Sin embargo, apenas hay medidas decisivas en este sentido. Por el contrario, las tendencias alarmantes observadas incluso antes del estallido de la guerra son cada vez más evidentes. Esto incluye el bajo nivel de pensiones pagadas a los jubilados, que va acompañado de crecientes requisitos burocráticos. Los pagos a las personas con discapacidad son bajos y las medidas para su empleo son insuficientes. El apoyo a las familias también es insuficiente, especialmente para las familias numerosas, las familias con niños discapacitados y las madres solteras.
La falta de soluciones sistémicas positivas por parte del Estado para apoyar a la sociedad es evidente para la mayoría de los ciudadanos. Es el deseo de mejorar las condiciones de vida lo que motiva a algunas personas a apoyar a quienes luchan. Al menos a nivel local. Lo mismo ocurre con algunos representantes de los gobiernos locales que, en contacto directo con la población, ven las dificultades a las que se enfrentan los grupos vulnerables. El deseo de apoyar y crear la justicia social, al menos a nivel local, no es solo una manifestación de humanidad, sino también un deseo de ir más allá del marco existente y contribuir al desarrollo de la sociedad.
Traducido por Faustino Eguberri
Publicado orginalmente el 25 de septiembre de 2024