La vida estudiantil ucraniana entre el neoliberalismo y la guerra
Karina Chmeliuk
29 de abril
de 2024
En el curso de este tercer año de guerra total, las y los estudiantes ucranianos se enfrentan al hecho de que en lugar de mejorar su protección social, el gobierno reduce el montante de su ayuda. Un gran número de estudiantes desplazados en el interior del país han visto canceladas sus becas, y las reformas del Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) amenazan la capacidad de las y los ciudadanos vulnerables para acceder a la educación superior. Las iniciativas del ministerio han dado lugar, por ejemplo, a la fusión de universidades, lo que a menudo ha tenido como consecuencia que estudiantes con ayuda financiera del Estado hayan perdido su plaza y se privaticen residencias y edificios. El Ministerio de Educación y Ciencias también promueve activamente una nueva reforma de las becas que de hecho prepara la transición del sistema de educación superior hacia su comercialización.
He entrevistado a varios estudiantes sobre las cuestiones que más les preocupan en la situación actual. Los problemas que han descrito se pueden dividir en tres grupos que se superponen: los relacionados con la situación económica, la desigualdad de género y la agresión militar rusa. La falta de una respuesta adecuada por parte del gobierno y de las administraciones universitarias exacerba estos problemas y a menudo crea otros nuevos.
Entre la universidad y el trabajo
El aspecto económico de los problemas de los estudiantes se traduce principalmente en el hecho de que la mayoría de ellos se ven obligados a combinar sus estudios con un trabajo, a menudo a tiempo completo. Obviamente, este problema no es nuevo: tales condiciones han existido durante años, pero la situación ha empeorado en el contexto de la guerra y la crisis económica que la acompaña. Esta situación impide a las y los estudiantes implicarse plenamente en el proceso educativo, limita sus posibilidades de desarrollo y provoca fatiga física y psicológica. Muchas y muchos encuestados se han quejado de agotamiento en su lugar de trabajo debido a una carga de trabajo excesiva.
La necesidad de trabajar mientras se estudia puede afectar a su futura vida profesional, especialmente a su capacidad para encontrar un trabajo decente en su campo de estudio. De hecho, los conocimientos fragmentarios adquiridos a menudo hacen imposible la entrada en el mercado laboral. Según el informe sobre el seguimiento del empleo de las y los graduados de educación superior y profesional en 2022, el porcentaje de licenciados con empleo sólo alcanza el 36,27%.
Condiciones de estudio
Trabajar mientras se estudia en la universidad se percibe como algo completamente normal: sin embargo, las y los estudiantes señalan el problema de los horarios de las clases que no siempre les permiten combinar estudios y trabajo, de ahí la amenaza de expulsión [de la universidad]. En otras palabras, la mayoría de las y los estudiantes no consideran la necesidad de trabajar (a menudo a tiempo completo) como un problema, sino que subrayan las dificultades asociadas a la combinación de trabajo y estudios.
Estas son, por ejemplo, las palabras de uno de los estudiantes encuestados:
“Este horario, estudiamos hasta las dos de la tarde casi todos los días, es imposible de compaginar con el trabajo. Si trabajas a tiempo parcial, es imposible permanecer en la universidad hasta las dos. Creo que la administración ha intentado que nuestro horario sea lo más conveniente posible, pero... no ha funcionado. Prefiero ir a mi primera clase a las ocho, aunque tenga que levantarme a las cinco y media de la mañana, en lugar de quedarme en la universidad hasta las dos. Además, algunos de nuestros días de clase son entre las ocho y las dos. Ya me hago la idea de este horror”.
Las y los estudiantes se ven obligados a trabajar, ya que la ayuda estatal en forma de becas no es suficiente para permitirles centrarse en sus estudios, su creatividad y su vida social. En lugar de eso deben preocuparse por su supervivencia. Otra razón es la falta de plazas en las residencias. Algunas instituciones educativas no tienen residencias en absoluto, mientras que otras tienen un número limitado de plazas. Por lo tanto, las y los estudiantes se ven obligados a alquilar una vivienda, cuyo coste siempre ha sido alto en las grandes ciudades en comparación con los ingresos medios, y ha aumentado drásticamente en algunas ciudades desde el inicio de la guerra.
Las y los estudiantes que trabajan son más propensos que el resto de la gente a enfrentarse a violaciones de sus derechos en el trabajo y a la incertidumbre sobre su estatus en el mercado laboral. Después de todo, carecen de experiencia y la mayoría de las veces ocupan trabajos de corta duración, a menudo en el sector informal. A veces sus relaciones laborales son disfrazadas por los empleadores de “trabajo por cuenta propia”: se ven obligados a registrarse como autónomos, empresarios individuales (EI). Esta situación priva a las y los estudiantes del derecho a una protección social adecuada y dificulta la protección formal de sus derechos sociales, tan necesarios. La nueva legislación que permite el empleo en el marco de contratos de “cero horas” –contratos sin horas de trabajo garantizadas– podría empeorar aún más la situación de la juventud en el mercado laboral.
Esta situación es especialmente difícil para las personas desplazadas en el interior del país, ya que no sólo carecen de vivienda, sino también a menudo de apoyo financiero de sus padres o familiares. Hay quien tiene padres que se han quedado en los territorios ocupados, y aunque han podido irse, no han encontrado un nuevo lugar de residencia. Por lo tanto, con familias que tienen muy pocos recursos, las y los jóvenes se ven obligados a confiar casi exclusivamente en sus propias fuerzas. Esto hace que las y los estudiantes desplazados sean extremadamente vulnerables a los abusos de los empleadores, ya que a veces se ven obligados a aceptar cualquier condición de trabajo para llegar a fin de mes.
Género: prejuicios, acoso, trabajo doméstico
Según la encuesta, los prejuicios de género están muy extendidos entre algunos profesores y compañeros de clase en todas las especialidades, pero más claramente en las especialidades técnicas y socioeconómicas. Por ejemplo, según uno de los estudiantes:
“Hay hombres en el grupo que no creen que las mujeres tengan su lugar en la política. [Piensan] que están ahí solo en razón de las cuotas de género”.
Además de los prejuicios y estereotipos de género, está el problema de la violencia y el acoso en las universidades, que generalmente se pasa por alto en todos los niveles, desde la víctima hasta la administración de la institución. Por lo general, el acoso está normalizado y o bien no es percibido como un delito por el profesorado, o bien la administración de la universidad guarda silencio sobre el problema y trata de no “dañar la reputación de la institución”.
Además, algunas estudiantes han dicho que los padres y el personal de las residencias tratan de forma diferente a las chicas y a los chicos en lo que respecta al trabajo doméstico. Como en toda la sociedad, es más probable que las estudiantes tengan que limpiar, cocinar y cuidar a otros miembros de la familia después de estudiar y trabajar. Esto conlleva un estrés adicional y puede tener un impacto negativo en los resultados escolares y el bienestar físico y emocional.
El impacto de la guerra: falta de seguridad y comprensión
La agresión militar rusa ha cambiado la vida de todas y todos los estudiantes, pero sobre todo de los que vivían en la línea del frente y en los territorios ocupados. Las administraciones universitarias y el profesorado no siempre se aseguran de que estas personas puedan continuar sus estudios en Ucrania. A veces la educación a distancia y los exámenes no se organizan en absoluto. Las y los estudiantes que no pueden estar físicamente presentes en las aulas son simplemente excluidos.
Incluso si una universidad ofrece a los estudiantes en la línea del frente y en las zonas ocupadas la posibilidad de estudiar a distancia, a veces quedan problemas que solo se pueden resolver en el lugar de estudio. Me han informado de casos en los que las y los estudiantes han sido amenazados con ser expulsados de su universidad si no firman su plan de estudios individual o no traen personalmente su certificado de inscripción. Estas cuestiones solo se resuelven con la “buena voluntad” de la administración y el profesorado, a través de acuerdos personales con ellos. A fin de cuentas, simplemente no hay garantía de que quienes se vean obligados a permanecer en los territorios ocupados puedan obtener un título de una universidad en Ucrania.
Después del estallido de la guerra, muchas y muchos estudiantes se vieron obligados a coger vacaciones académicas porque se habían convertido en refugiados, tenían que trabajar más, tenían problemas psicológicos o se habían ido al frente. A su regreso, se enteraron de que no podían reanudar los estudios financiados por el Estado, aunque el Ministerio de Educación y Ciencia les había asegurado que esta posibilidad estaba garantizada.
Tras la pandemia de Covid-19, la guerra también ha conllevado estudios a distancia y de forma prolongada en muchas instituciones educativas. Esto hace que sea difícil, si no imposible, realizar prácticas y a veces conduce a una pérdida de interés por la adquisición de conocimientos. Sin embargo, estudiar a tiempo completo durante la guerra también es un problema, especialmente cuando las universidades y las residencias están en mal estado, con problemas de capacidad y seguridad. Las y los estudiantes de los territorios ocupados y de la línea de frente hablan, por ejemplo, de su reacción traumática a los ataques aéreos en Kíiv, adonde van todos los días de clase.
Aunque no haya una respuesta adecuada a estos retos mientras continúa la agresión rusa, y las diferentes soluciones tengan tanto ventajas como inconvenientes, es posible poner una serie de opciones sobre la mesa para un debate público. Por ejemplo, una solución podría ser proporcionar un entorno de aprendizaje mixto, para que las y los estudiantes puedan elegir entre quedarse en el campus, tomar cursos a distancia y presentarse a los exámenes. Sin embargo, no todas las universidades disponen de fondos suficientes para proporcionar educación paralela y ofrecer a sus estudiantes educación en línea. Este problema de la educación a distancia se plantea desde la pandemia de Covid-19. O, por ejemplo, celebrar acuerdos con universidades extranjeras para que estudiantes extranjeros puedan seguir temporalmente programas relevantes allí, estableciendo equivalencias de títulos. Aunque estas opciones son imperfectas, los problemas urgentes mencionados anteriormente deben ser discutidos y resueltos.
Reforma de la educación
A partir del próximo año académico, los problemas de los y las estudiantes podrían volverse aún más agudos debido a otra reforma educativa lanzada por el Ministerio de Educación y Cultura. Prevé la desaparición de la garantía de un número de becas y de los motivos de su concesión. A partir de ahora el gobierno determinará arbitrariamente las normas de apoyo público a los estudiantes en materia de educación y los motivos para recibir ayuda durante la formación. Según el proyecto de ley, solo un cierto porcentaje de estudiantes recibirá becas que solo compensarán una parte del coste de la educación.
Esta reforma podría dar lugar a una disminución del número de personas que estudian sobre la base de la financiación pública. Además, quienes logren realizar estudios con ayuda financiera se verán obligados a trabajar durante al menos tres años después de graduarse en el marco de un contrato propuesto por el Estado. No podrán elegir a su empleador, sus condiciones de trabajo y remuneración, ni siquiera la localidad en la que tendrán que vivir durante tres años. Si los jóvenes graduados renuncian o, en opinión del empleador, realizan su trabajo “de forma incorrecta”, tendrán que reembolsar el coste de sus estudios y becas.
Esta reforma viola los derechos constitucionales de las y los ucranianos a la educación gratuita y al empleo voluntario. Si se aprueba el proyecto de ley, aún menos personas pertenecientes a grupos vulnerables, en particular las y los jóvenes de familias de bajos ingresos y las personas desplazadas dentro del país, podrán acceder a la educación superior. Les será más difícil utilizar la educación como un ascensor social para mejorar su situación socioeconómica. Además, es evidente que tales condiciones solo pueden aumentar la migración de estudiantes que buscan una educación de mejor calidad y más asequible en el extranjero.
Desgraciadamente, el gobierno ucraniano no está ayudando a mitigar los problemas de las y los estudiantes relacionados con la agresión rusa, sino que está tomando medidas que agravan la situación. Bajo el pretexto de reformas, se toman iniciativas que empujan a la educación superior hacia su comercialización, y conducen a un aumento de las desigualdades sociales y económicas. Al mismo tiempo, las autoridades y las administraciones universitarias no toman las medidas adecuadas para mitigar el impacto negativo de la guerra en las condiciones de aprendizaje: no existe garantía de educación a distancia para las y los estudiantes de los territorios ocupados, y en los territorios libres, para los estudios presenciales, las medidas adoptadas para poner a disposición refugios y residencias universitarias decentes no son suficientes.
Las dificultades económicas a las que se enfrentan las y los estudiantes ucranianos no pueden superarse sin abordar los problemas del mercado laboral en su conjunto. Para que las y los estudiantes puedan centrarse en sus estudios y su desarrollo, es necesario garantizar un nivel de vida decente y el respeto de los derechos laborales de cada uno de ellos. Se necesitan cambios sistémicos y atención a las necesidades de todos los estudiantes, independientemente de su sexo, lugar de residencia, estatus social y situación económica. Las iniciativas neoliberales y anti-obreras del gobierno deben ser detenidas, ya que agravan todas las dimensiones de la desigualdad que existen en la sociedad. Además, estas iniciativas afectan más duramente a los grupos vulnerables, en particular las mujeres, las y los jóvenes de familias de bajos ingresos y las personas más afectadas por la guerra.
Traducido por Faustino Eguberri
Artículo original
Artículo en francés
Publicado orginalmente
el 19 de abril
de 2024
Karina Chmeliuk. Estudiante de la Universidad Nacional de Kíiv, originaria de Crimea, activista del sindicato estudiantil independiente Acción directa. Coordinó la campaña para requisar el edificio de la antigua embajada rusa en Kíiv en beneficio de la comunidad.