Un arma de guerra: la violencia sexual de los militares rusos durante la invasión de Ucrania
La violencia sexual en tiempos de guerra existe desde hace tanto como las guerras. Aún perdura el recuerdo de los crímenes sexuales masivos cometidos durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, los cometidos por la Wehrmacht y sus aliados en los territorios ocupados, por el Ejército Imperial Japonés (el fenómeno de las llamadas "mujeres de consuelo"), por el Ejército Rojo en Hungría y Alemania, etc. A pesar de la enorme magnitud de esos crímenes, los tribunales de posguerra no prestaron la debida atención para castigar a los culpables, debido sobre todo a razones políticas y a la subestimación general del papel que desempeña la violencia sexual en la guerra. Hasta la década de 1990 no se produjo un cambio fundamental en la legislación internacional sobre esta cuestión. Este cambio fue el resultado de los juicios relativos a los genocidios de Ruanda y la antigua Yugoslavia, donde cientos de miles de personas sufrieron violencia sexual, principalmente mujeres y niñas. Desde entonces, la violencia sexual en tiempos de guerra comenzó a considerarse dentro de las categorías de "crímenes de guerra", "crímenes contra la humanidad" y "crímenes de genocidio". Esto cambió la percepción de la naturaleza de los crímenes sexuales de guerra, que comenzaron a ser caracterizados como un "método", "herramienta", "arma" o "táctica" de guerra o genocidio.
Desde la invasión rusa a gran escala de Ucrania el 24 de febrero, el tema de la violencia sexual ha ocupado un lugar destacado en los discursos mediáticos, políticos, militares, de defensa de los derechos humanos y de investigación. Los principales focos de atención se han centrado en las formas y consecuencias de la violencia sexual cometida por militares rusos en Ucrania. Este artículo se enfoca en la naturaleza y las funciones de dicha violencia, respondiendo a la pregunta de si Rusia utiliza la violencia sexual como arma en su guerra contra Ucrania.
Advertencia: este texto describe casos de violencia sexual.
Dificultades de la documentación
Dado que la agresión rusa contra Ucrania continúa, la visión de los crímenes cometidos por los soldados rusos es incompleta. En este contexto, la violencia sexual forma parte de los crímenes a gran escala y sistemáticos contra la población ucraniana que, según los datos de la Fiscalía General de Ucrania, ascienden a más de 71 mil hasta la fecha. Sin embargo, a diferencia de la destrucción de objetos arquitectónicos, los asesinatos y las lesiones que pueden verse visualmente y documentarse, la violencia sexual es una de las consecuencias más ocultas de la guerra.
A pesar de ello, la información sobre la violencia sexual cometida por militares rusos está documentada tanto por organizaciones de derechos humanos ucranianas como internacionales, en particular la ONU, Human Rights Watch, Amnistía Internacional, el Center for Civil Liberties, JurFem, LaStrada, Women's Perspectives y otras que brindan apoyo a las víctimas. Muchas publicaciones en medios de comunicación extranjeros contienen entrevistas con las propias víctimas. Otra importante fuente de información son las conversaciones interceptadas de militares rusos que publica regularmente el Servicio de Seguridad ucraniano. En estas conversaciones, los ocupantes hablan de diversos delitos cometidos en territorio ucraniano, incluyendo los de naturaleza sexual.
El Ministerio del Interior y la Fiscalía General también facilitan información sobre la violencia sexual y sus autores. En particular, proporcionan datos a la sociedad ucraniana sobre el número de casos investigados, los cargos presentados y las primeras sentencias. También informan sobre la coordinación entre diferentes instituciones estatales y la colaboración con socios occidentales para oponerse a la violencia sexual causada por la guerra y brindar apoyo a las víctimas. Sin embargo, no todos los funcionarios han demostrado un nivel adecuado de responsabilidad al abordar este delicado tema.
En abril de 2022, la ex defensora del pueblo, Ludmyla Denisova, recibió críticas por parte de trabajadores de los medios de comunicación y ONG. Se le aconsejó que "eligiera cada palabra con más cuidado y detenimiento", especialmente cuando hablara de violencia sexual contra menores, y que informara sobre las acciones legales relacionadas con cada caso que se hiciera público. Poco después, Denisova fue despedida del cargo de Defensora del Pueblo, lo que generó más especulaciones sobre el tema de la violencia sexual durante la guerra. Tanto el número de casos denunciados por Denisova, quien afirmó a principios de abril que se habían producido cientos de incidentes, como su veracidad quedaron en entredicho. Denisova obtuvo la mayoría de esta información a través de las llamadas a la línea directa de ayuda psicológica para quienes sufren a causa de la guerra, creada con el apoyo de UNICEF. Denisova explicó que no pudo transmitir toda la información que conocía a las fuerzas del orden porque no tenía el consentimiento de las víctimas para hacerlo.
El "caso Denisova" puso de manifiesto los desafíos a los que se enfrenta la sociedad ucraniana en la documentación, investigación y comunicación de los crímenes de guerra. Los derechos e intereses de las víctimas y sus seres queridos deben estar en el centro de estos procesos. Cada caso publicado puede involucrar tragedias humanas, por lo tanto, merecen una atención y verificación adecuadas y no el silencio y la devaluación. Esto último es precisamente la estrategia de Rusia en su guerra informativa contra Ucrania. Los políticos y propagandistas del Kremlin utilizaron el "caso Denisova" no sólo para desacreditar sus declaraciones, sino también para socavar toda la información publicada por parte de Ucrania relacionada con los delitos sexuales cometidos por los militares rusos en Ucrania.
La especificidad de los crímenes de guerra sexuales en la guerra de Rusia contra Ucrania
Después de la ocupación de Crimea por parte de Rusia y el inicio de la guerra en el Dombás, la fiscalía y la policía ucranianas empezaron a documentar delitos sexuales relacionados con estos eventos1. En tres años de intenso trabajo (2014-2017), el centro ucraniano oriental de iniciativas cívicas recopiló información sobre 175 casos de violencia sexual contra hombres y mujeres perpetrados por formaciones militares ilegales. Estos casos incluían violaciones, amenazas de violación, tortura sexual, desnudez forzada, amenazas de naturaleza sexual, prostitución forzada, amenazas e intentos de castración, entre otros. Sin embargo, con el inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania el 24 de febrero, la violencia sexual cometida por los militares rusos adquirió una escala, una intensidad y un carácter diferentes.
En primer lugar, la violencia sexual se extendió de manera generalizada. Es difícil determinar el número exacto de víctimas. Actualmente, la Fiscalía General de Ucrania está investigando aproximadamente 155 casos de violencia sexual. Sin embargo, esta cifra representa solo la punta del iceberg en el contexto de la escala global de la violencia sexual, ya que sólo incluye los casos en los que las víctimas han dado un claro consentimiento para realizar los procesos legales.
La mayoría de las víctimas no están dispuestas a testificar debido a diversas razones. Algunas temen ser estigmatizadas, culpabilizadas o que sus palabras sean desacreditadas. Otras desean evitar revivir recuerdos dolorosos que podrían traumar tanto a ellas mismas como a sus seres queridos. Algunas han perdido la confiaza en la justicia. Además, hay quienes tienen miedo de testificar mientras la guerra continúa, ya que viven con el temor de que los ocupantes regresen y tomen represalias por denunciar sus crímenes. Algunas víctimas carecen de recursos para emprender una larga y agotadora lucha por la justicia. Por lo tanto, el número de personas que han sufrido violencia sexual podría ser no sólo de cientos, sino de miles, considerando la cantidad de ucranianos que se encuentran actualmente en cautiverio en Rusia o en territorios temporalmente ocupados de Ucrania.
En segundo lugar, la violencia sexual se ha convertido en una herramienta de terror no sólo dirigida a grupos específicos, sino a toda la población de los territorios ucranianos ocupados. En la actualidad, las víctimas no son sólo mujeres y hombres, como en años anteriores, sino también niños y ancianos. Por ejemplo, tras irrumpir en la casa de Ludmyla, de 75 años, cerca de Jersón, un soldado enemigo la golpeó brutalmente y la violó. Otra mujer de 83 años fue violada por un soldado ruso frente a su esposo, quien estaba postrado en cama debido a una enfermedad. Según los datos de la ONU, la víctima más joven conocida en la actualidad tiene sólo cuatro años. En Bucha, en la región de Kíiv, se han registrado casos de violaciones grupales a niñas de entre 9 y 11 años. También se han conocido, a través de las conversaciones entre militares rusos, interceptadas por el Servicio de Seguridad ucraniano, que diez soldados violaron a una niña de 12 años en la región de Luhansk, y otros tres violaron a una de 16. Además, entre las víctimas también hay niños, como un niño de 11 años que fue violado delante de su madre.
En tercer lugar, los delitos sexuales se cometen con una crueldad excepcional y demostrativa. Esto se evidencia no sólo por la edad de las víctimas y la presencia de miembros de grupos vulnerables, como niños y ancianos, sino también por la dinámica y las manifestaciones de esa violencia. En muchos casos, los actos no son breves, sino que puede prolongarse durante horas, días o semanas, adoptando la forma de tortura sexual para satisfacer al agresor. Es especialmente frecuente la violencia sexual en los lugares de detención forzosa. En el informe de la Misión de Observación de los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania, se documenta el testimonio de un hombre que estuvo detenido cerca de Olenivka, en la región de Donetsk. Relató que los ocupantes le colocaron cables en los genitales y la nariz y le aplicaron descargas eléctricas: "Simplemente se divertían y no les interesaban mis respuestas a sus preguntas". Victoria, de 42 años, de la región de Kíiv, fue violada durante toda la noche, a pesar de que suplicó que la dejaran marchar. Además, son frecuentes los casos en los que las violaciones son acompañadas de asesinatos de hombres que intentan defender a sus esposas y de las propias mujeres violadas. A algunas víctimas les arrancaron los dientes, les cortaron el pelo, les rompieron extremidades, les cortaron la cara y el cuello, o les arrancaron las uñas. Otro forma de crueldad es la violación de niños en presencia de sus padres y viceversa, de la que hablaremos con mayor detalle más adelante en este artículo.
Todo lo mencionado anteriormente y otros indicadores analizados más adelante en el artículo son suficientes para afirmar que la violencia sexual perpetrada por militares rusos en la guerra contra Ucrania tiene características de ser utlizada como arma.
Carnaval de violencia
La violencia sexual perpetrada por soldados rusos no debe considerarse un fenómeno independiente, sino como parte de un amplio repertorio de violencia contra la población civil en los territorios ucranianos ocupados. Esta violencia incluye robos, secuestros, deportaciones, palizas, detenciones forzadas, ataques a infraestructuras energéticas, destrucción y daños a instalaciones médicas, bibliotecas, museos, lugares conmemorativos, instituciones educativas y edificios residenciales, entre otros. La violencia sexual se utiliza como una forma de demostrar autoridad, aterrorizar, humillar, intimidar, desmoralizar al "enemigo", buscando así reducir su voluntad de resistir. Es por esta razón que adopta formas grotescas y demostrativas.
Los perpetradores actúan de manera que las víctimas comprendan el significado de la violencia que están sufriendo. Logran esto utilizando un lenguaje que enfatiza el significado político de la violencia. Se hace saber a las víctimas que son blanco de la violencia debido a sus opiniones políticas, su identidad nacional ucraniana o la afiliación de sus familiares a instituciones militares o administrativas ucranianas. Por ejemplo, el 3 de abril, dos soldados rusos violaron a una madre de cuatro hijos de la región de Jersón durante 12 horas, refiriédose a ella como "banderita", posiblemente debido a que su esposo estaba sirviendo en las Fuerzas Armadas ucranianas en ese momento.
Según Iryna Didenko, fiscal de la Oficina del Fiscal General, se han documentado casos en los que los soldados rusos ocupantes violaron intencionalmente a las esposas de los soldados ucranianos, posiblemente con el objetivo de minar su moral y su masculinidad. Otra forma de violencia sexual demostrativa fue el rapado de cabezas de las militares ucranianas. Anastasia, una de las afectadas, recordó: "Nos obligaron a desnudarnos por completo y ponernos en cuclillas en presencia de los hombres. Nos rapaban la cabeza". Las imágenes de las mujeres liberadas del cautiverio ruso el 2 de abril causaron conmoción no sólo entre sus familiares y compañeros. Las marcas visible de las torturas inflingidas fueron una especie de mensaje a la comunidad ucraniana en general sobre los valores y las intenciones del enemigo, que no se abstiene de utilizar ningún método para alcanzar su objetivo.
La violencia sexual perpetrada por militares rusos contra personas LGBT+ en Ucrania también tiene un transfondo político. Es posible que se deba no sólo a la homofobia de ciertos soldados, sino también a la retórica agresiva y las políticas antigénero de la Rusia de Putin de los últimos años. La propaganda del Kremlin retrata a Ucrania como "un campo de pruebas de fenómenos antinaturales" y "satanismo", con los cuales Rusia se siente "obligada" a librar una guerra "espiritual" y, por tanto, justa. Como resultado, los soldados rusos no ocultan su hostilidad hacia las personas con orientación sexual no tradicional en los territorios ocupados de Ucrania, utilizando la violación como una forma de castigo y humillación. Esto queda demostrado en el informe "LGBTQ y la guerra" publicado por el centro "Our world" en noviembre de 2022. Según los datos de este informe, una de las víctimas relata cómo dos soldados rusos irrumpieron en su hogar en la región de Jersón durante la noche, preguntándoles: "¿Sois esas boyeras de las que hablan?" sin ningún otro motivo más que el hecho de que K. tenía una apariencia masculina. "Nos violaron, a mí y a mi novia, con el uso de la fuerza física". Otra parte del informe menciona que, después de descubrir la homosexualidad de un hombre de 31 años en Mariúpol, los ocupantes lo enviaron al centro penitenciario de Olenivka, en la región de Donetsk, donde fue víctima de múltiples casos de violencia sexual después de revelar su orientación sexual.
Un rasgo característico de los crímenes sexuales perpetrados por los ocupantes rusos es su "necesidad" de la atención pública para maximizar el daño de sus acciones. Esto diferencia la violencia sexual en tiempos de guerra de aquella que se comete en tiempos de paz, donde generalmente se lleva a cabo en secreto para encubrir el delito y evitar la responsabilidad. Los perpetradores rara vez consideran la responsabilidad en los territorios ocupados. Lo que les interesa principalmente es afirmar su poder y lograr objetivos tanto personales como político-militares. Por esta razón, la violencia adopta formas públicas y se produce en presencia de familiares, amigos, vecinos u otras personas que están junto a la víctima en refugios o lugares de detención.
La presencia de testigos, especialmente de personas cercanas, causa un sufrimiento adicional a la víctima y, al mismo tiempo, traumatiza a los testigos presenciales, ya que por lo general no pueden ayudar. Se les obliga a presenciar la tortura en silencio e impotencia. Como resultado, los testigos se convierten ellos mismos en víctimas y pueden experimentar un trauma de intensidad y síntomas similares al de las llamadas víctimas directas. Por ejemplo, el cabello de un niño de 6 años de Mariúpol, cuya madre fue violada delante de él, se volvió canoso, y un joven de 15 años que presenció la violencia contra su madre comenzó a experimentar pensamientos suicidas.
Violencia sexual y fines militares
La violencia sexual se convierte en una herramienta de guerra cuando responde a los intereses tácticos y/o estratégicos de un ejército combatiente, y no sólo a los intereses individuales de algunos soldados. Es decir, cuando no es simplemente el resultado de una falta de disciplina en el ejército, sino un factor que, de acuerdo al plan del agresor, contribuye a la consecución de sus objetivos político-militares. En ese caso, los mandos son conscientes de que sus subordinados están cometiendo actos de violencia sexual en los territorios ocupados contra la población civil o los prisioneros de guerra, pero no se oponen a ello. No implementan medidas preventivas, de esclarecimiento o disciplinarias, y no castigan adecuadamente a los responsables. Wayne Jordash, un abogado británico que asesora a fiscales ucranianos, declaró haber observado indicios de complicidad por parte de los comandantes en 30 casos que había revisado. En algunos casos, los propios comandantes organizaron las violaciones. Esto sucedió con Victoria, una mujer de 42 años de la región de Kíiv, quien recuerda que entre los tres soldados que llamaron a su puerta por la noche se encontraba un comandante. Este le ordenó a la mujer que se fuera con ellos, explicando: "Nuestros chicos han tomado unas copas y quieren relajarse".
Algunos mandos intentan utilizar la violencia sexual como una especie de recompensa para sus soldados, como una forma de animarlos y aumentar su moral, especialmente con soldados poco motivados como los movilizados. Al mismo tiempo, la violencia sexual puede ser percibida por los mandos como una forma aceptable y "segura" de canalizar la rabia y la frustración de los soldados causadas por las derrotas en el campo de batalla y el descontento con las condiciones del servicio. Por esta razón, no es coincidencia que los soldados rusos cometan muchos crímenes contra civiles al retirarse de diversos territorios, como Lyman en la región de Donetsk. Además, la violación en grupo actúa como una herramienta para formar cohesión y valores colectivos en el ejército, ya que une a los soldados a través de una experiencia compartida de crímenes. Dado que muchas de las personas que acabaron en el ejército ruso, especialmente desde el inicio de la movilización en septiembre de 2022, no sabían mucho sobre la guerra y probablemente no planeaban participar en ella, la violencia sexual, al igual que otros crímenes, podría servir como una especie de ritual para la socialización militar.
La violación en grupo como medio de formar fraternidad entre los soldados rusos se puede observar en los recuerdos de un hombre que presenció violaciones en Irpin. Él destacó: "No escuché a nadie ordenar esto, pero tampoco nadie intentó detenerlos. Al contrario, se alentaban mutuamente; para ellos era una broma. Hablaban en ruso para que pudiéramos entenderlos. No recuerdo las palabras exactas, pero recuerdo que significaban algo así como 'nuestro alto mando nos permite hacer lo que queramos, a menos que vayáis a Bucha porque nadie os espera en Bucha'. Aún no sé qué significaba exactamente, pero puedo suponer que pertenecían a una unidad que tenía su cuartel general allí, pero que venía a Irpin a actuar de esta manera". Según el testigo, los soldados desnudaron, golpearon y violaron a las mujeres. Mataron a cuatro de ellas y ordenaron al testigo que metiera sus cuerpos en un camión, al cual luego le prendieron fuego.
Otra forma de que los comandantes fomentan los crímenes sexuales podría ser mediante una demostración consciente e intencionada de los mismos con el fin de asustar y desmoralizar al adversario. Un ejemplo muy ilustrativo en este sentido fue el vídeo de la castración y asesinato de un prisionero de guerra ucraniano, publicado en las redes sociales rusas el 28 de julio de 2022, cometido probablemente por Ocur Suge-Mongush, un hombre de 29 años de Tuva. Según los investigadores de Bellingcat y Conflict Intelligence Team, el mismo criminal es miembro del grupo checheno "Akhmat" y aparece en varios vídeos de propaganda. A pesar de la difusión del vídeo de la castración, el cual presenta características de crimen de guerra, no se realizaron declaraciones por parte del mando militar ruso evaluando las acciones del perpetrador y de su compañero que estaba filmando. Ni la fiscalía militar rusa, ni ninguna otra institución o político competente realizaron ninguna declaración sobre un proceso penal abierto en relación con el vídeo. Según el propio probable autor, el FSB lo liberó tras dos días de investigación, alegando que todos los involucrados en el vídeo, incluido el perpetrador del crimen, eran "soldados ucranianos".
En otros casos, las autoridades rusas no sólo protegen a sus soldados de la persecución penal por crímenes de guerra cometidos en los territorios ocupados de Ucrania, sino que también los premian abiertamente, lo que a su vez actúa como un estímulo para nuevos crímenes, especialmente en otras unidades militares. Tal fue el caso de la 64ª brigada motorizada, estacionada en Bucha, que se hizo tristemente famosa por sus numerosos casos de violencia sexual, incluso contra niños. Mediante un decreto emitido por Putin el 18 de abril de 2022, esta brigada recibió el estatus de guardia de honor por "heroísmo y honor de masas, firmeza y valentía".
"Eso es mentira": el discurso de la autoridad rusa
Desde el momento en que comenzaron a surgir los primeros testimonios sobre violaciones, los funcionarios rusos empezaron a negarlo todo. "Lo negamos rotundamente", dijo el secretario de prensa de Putin, Dmitri Peskov, el 1 de marzo de 2022, en reacción a la declaración del Derecho Penal Internacional sobre los crímenes de guerra del ejército ruso en Ucrania. En pocas semanas, afirmó: "No creemos en absoluto la información [de la Fiscalía General ucraniana] sobre las mujeres violadas. Es mentira". Los funcionarios rusos pasaron a negar categóricamente que los soldados rusos cometieran delitos sexuales en Ucrania también en la escena internacional. Por ejemplo, en la reunión de la ONU sobre la situación en Ucrania celebrada el 4 de abril, el representante ruso afirmó que esa información se difundía para "distorsionar los hechos y desacreditar la operación militar especial".
Otra reunión de la ONU, celebrada el 6 de junio, comenzó con el informe de Pramila Patten, Representante Especial de la ONU sobre la Violencia Sexual en los Conflictos. Durante su intervención, mencionó 124 casos de violencia sexual relacionados con la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia. En respuesta, el representante ruso Vasily Nebenzya afirmó que no existía "ninguna prueba" de tales acusaciones y las calificó como la "táctica favorita del régimen de Kíiv y sus colegas occidentales". Cuando Pramila Patten publicó la información sobre el uso de Viagra por parte de soldados rusos durante las violaciones, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso publicó una "refutación" oficial, a cargo de Maria Zakharova. Según ella, dichas afirmaciones eran "una fantasía pervertida" y resultaba "imposible comentarlas seriamente".
Podemos observar una retórica similar de negación absoluta de los crímenes sexuales cometidos por el ejército ruso en Ucrania en los medios de comunicación rusos. En junio de 2022, la propagandista Olga Skabeeva, en su programa de entrevistas "60 minutos" en el canal central ruso "Rusia", dijo: "Es un hecho conocido que nadie violó a nadie. En cualquier caso, ni una sola de las personas que acusan de ello a soldados rusos ha proporcionado nombres, apellidos, lugares o momentos específicos de las violaciones". La presentadora engañó intencionalmente a su audiencia, posiblemente sabiendo que en ese momento la Fiscalía General de Ucrania ya había presentado un caso de violación de una mujer ante los tribunales, que involucraba a Mikhail Romanov, miembro del 239º regimiento de la 90ª división de tanques de la Guardia Vitebsk-Novgorod de las fuerzas armadas rusas.
Otros medios de comunicación rusos también se aferran a la versión oficial de "falta de pruebas". Vladimir Solovyov, el principal propagandista del Kremlin, publicó en su canal de Telegram el 4 de mayo de 2022 que "los medios de comunicación serviles a los banderitas están exagerando un viejo 'mito' sobre el ejército ruso como violador". En su opinión, esto era simplemente una reanimación de un "mito" "mentiroso" de la "propaganda de Goebbels" que "apareció en la Alemania nazi cerca del final de la guerra", sobre soldados rusos que supuestamente violaban a todas las mujeres alemanas de entre 8 y 80 años. Solovyov establece paralelismos entre los "ficticios", en su opinión, delitos sexuales de los soldados rusos en 1945 y los del ejército ruso en Ucrania en la actualidad. En su afán por convencer a la audiencia de la falsedad de las acusaciones contra los soldados rusos tanto en el pasado como en la actualidad, el propagandista del Kremlin niega uno de los crímenes sexuales más documentados e investigados en la historia de la guerra: los cometidos por el Ejército Rojo en la Alemania ocupada. Según los datos de Antony Beevor, alrededor de 100 mil mujeres fueron víctimas de violencia sexual por los soldados del Ejército Rojo sólo en Berlín, 10 mil de ellas murieron, la mayoría por suicidio.
Así pues, la violencia sexual del ejército ruso en Ucrania tras el inicio de la invasión a gran escala el 24 de febrero de 2022 no puede considerarse sólo como un "subproducto" de la mala disciplina, la baja moral o el abuso de poder por parte de soldados y oficiales individuales. Su sistematicidad, escala, organización y formas demuestran el uso consciente y deliberado de la violencia sexual con el fin de alcanzar los objetivos político-militares de los dirigentes rusos. Por tanto, investigar y castigar a los culpables debe ser una prioridad no sólo para Ucrania, sino también para las instituciones internacionales, a fin de ayudar a las víctimas, lograr la justicia y promover una paz duradera.
Notas a pie de página
1. Cabe destacar que los autores de estos delitos se encontraban en ambos bandos del conflicto. Por ejemplo, se han registrado casos de violación cometidos por miembros de la disuelta compañía "Tornado" del Ministerio del Interior, estos casos fueron condenados. La ONU también ha señalado casos de violencia sexual perpetrados por empleados de las fuerzas del orden ucranianas contra los detenidos en los lugares de detención en la región del Dombás. ↩
Traducido por Juan González
Publicado orginalmente el 27 de febrero de 2023