La crisis de hegemonía, el imperialismo y los desafíos de la seguridad global


Maksym Shumakov
3 de abril de 2023

El final del siglo XX, marcado por la caída del muro de Berlín, por el fin de la Guerra Fría y por la derrota del "socialismo real", animó a algunos intelectuales a proclamar "el fin de la historia".

A muchos les pareció que superar la lógica campista de los bloques militares, políticos y económicos era un punto de no retorno que evitaría crisis globales en el futuro. La creencia en que se había inventado un modelo de seguridad internacional estable fue especialmente influyente. Sin embargo, esa cosmovisión idílica no duró mucho tiempo.

El comienzo del siglo XXI transcurrió bajo la bandera de la "guerra contra el terrorismo" global, el surgimiento de nuevos gigantes económicos como China y el resurgimiento de formas radicales de nacionalismo y fundamentalismo.

Uno de los eventos clave en esta secuencia es la guerra ruso-ucraniana y su culminación, la invasión a gran escala iniciada el 24 de febrero de 2022. La amenaza de confrontación nuclear, el desastre ecológico y humanitario y la incapacidad de los mecanismos internacionales existentes para detener la guerra son desafíos al sistema de seguridad global que instan a buscar una alternativa. El análisis de la situación actual desde la izquierda, la perspectiva socialista y la discusión de nuevas perspectivas fueron temas abordados en la conferencia Feuerbach 11, organizada por la revista Commons.

Reconfiguración económica global y desafíos a la seguridad global

Los acontecimientos desarrollados a partir del 24 de febrero de 2022 fueron causados por cambios estructurales más profundos. Por eso es importante que, tras la finalización de esta guerra, el sistema de seguridad global no vuelva al estado que precedió a la invasión rusa e hizo posible la escalada de la guerra ruso-ucraniana. Ilya Matveev, politólogo, investigador del Laboratorio de sociología pública y editor de Posle.Media, habló sobre estos y otros cambios geopolíticos ocurridos en los últimos años y sobre sus consecuencias.

Desde esta perspectiva, el investigador señaló algunas tendencias recientes en las relaciones entre EEUU y la República Popular China. Dos acontecimientos cercanos sin precedentes ilustran el cambio general en las políticas de esos países. En primer lugar, este año EEUU abandonó su "ambigüedad estratégica" hacia Taiwán. La Administración estadounidense afirmó que, de producirse una guerra en el territorio de esa isla, EEUU tendrían que intervenir. En segundo lugar, debido al riesgo potencial de presión política y económica de Occidente, China realizó las llamadas "pruebas de estrés" para verificar su estabilidad en caso de producirse sanciones estadounidenses como las implementadas contra Rusia después del 24 de febrero.

Muchos inversores estadounidenses ya están abandonando China, mientras más y más empresas chinas rechazan inversiones y activos estadounidenses porque, en caso de sanciones de EEUU, quedarían congelados. Por lo tanto, es correcto hablar de una tendencia mundial hacia una separación económica, el proceso opuesto a la globalización de finales del siglo XX.

Ilya Matveev dio otro ejemplo del proceso de separación, refiriéndose a la Secretaria del Tesoro de los EEUU, Janet Yellen, que apoya el llamado "friend-shoring", que significa desplazar las cadenas de suministro al espacio geopolítico occidental y romper relaciones económicas con China. Esa idea se hace cada vez más influyente entre los círculos intelectuales estadounidenses porque se cree que la era de la globalización ha terminado, por lo que existe la necesidad de crear algo así como un bloque comercial que incluya a países políticamente amistosos y cortar los lazos económicos con los hostiles, empezando por China.

En opinión de Ilya Matveev es obvio que los bloques económicos formados (estadounidense, chino y posiblemente ruso) generarán una presión adicional entre imperialistas y también amenazas repetidas a la seguridad global. Por supuesto, el comercio entre China y EEUU todavía alcanza billones de dólares, es imposible deshacerse de él al instante. Además, algunos políticos influyentes, como Olaf Scholz, critican el nuevo paradigma de "friend-shoring".

Matveev lo resume así: "Por supuesto, este proceso tiene sus límites. Pero me preocupa que, una vez iniciada, la separación económica pueda autoacelerarse. Podría suceder gradualmente al principio, el volumen de comercio disminuirá lentamente, pero luego el aislamiento cobrará impulso repentinamente, provocando un arrebato total en todas las relaciones económicas. Entonces, nada impedirá que el mundo caiga en un nuevo conflicto global".

Escuela destruida.
Escuela destruida tras un bombardeo.

Debates en la izquierda internacional y amenazas a la región de Europa del Este

En medio de crecientes desafíos, es importante formar nuevas visiones sobre el sistema de seguridad global desde una perspectiva de izquierda. Como la invasión rusa ilustra las posibles consecuencias de la fragmentación y de la separación económica, es importante hacer una evaluación política adecuada de ella, profundizar la comprensión de las fallas presentes en las herramientas existentes para prevenir la guerra. Y, aunque no existe una visión unificada en la izquierda sobre estos asuntos, la mayoría de las personalidades socialistas reconocen la existencia de principios básicos.

Uno de ellos es la distinción entre guerras legítimas, como las guerras de defensa o liberación nacional, y las guerras imperialistas o coloniales, guerras de opresión. Tal distinción es una de las fundamentales, según Gilbert Achcar, investigador de desarrollo y relaciones internacionales en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres. Tal clasificación no solo proporciona herramientas para reconocer la lucha ucraniana contra la Federación Rusa como legítima -la retórica y las acciones de Putin son ciertamente coloniales hacia Ucrania- sino que también permite dar mejor enfoque a la cuestión del ascenso del nacionalismo ucraniano. En situación de guerra de liberación nacional, el nacionalismo del pueblo oprimido está más justificado, a diferencia del nacionalismo del opresor que es siempre chovinista en esencia.

La clasificación de las guerras descrita proporciona el marco en el que tienen lugar las discusiones, particularmente en cuanto a las razones de la invasión militar a gran escala de Ucrania por la Federación Rusa. Algunas organizaciones socialistas interpretan estos hechos como medidas necesarias que las autoridades rusas se vieron obligadas a tomar debido a las amenazas a su seguridad nacional por parte del imperialismo occidental. Los defensores de esta posición comparan las acciones de Rusia con esta situación hipotética: imaginen que China convierte a México en su base militar, ¿qué haría Estados Unidos en tal caso? Pero Gilbert Achcar señala las inconsistencias de tal posición, porque quienes la pregonan, en caso de una invasión preventiva de México por Estados Unidos ellos, según ese argumento, tendrían que justificar las acciones de Estados Unidos, que para ellos es la encarnación del imperialismo global. De hecho, la esencia de ese argumento es la legitimación de la agresión, desviando la mirada del imperialismo ruso para enfocarla hacia el imperialismo estadounidense y, finalmente, empujar a todas las partes a iniciar de inmediato negociaciones en las que Ucrania no tuviera subjetividad política.

Para Gilbert Achcar la izquierda internacional llamó y llama a la disolución de la OTAN porque tras el colapso de la Unión Soviética esta alianza militar cambió no solo su función sino también sus formas de acción. Desde la década de 1990, la alianza intervino en los Balcanes, Afganistán e Irak. La expansión del bloque militar tampoco se detuvo. El investigador resume así: "Debemos reconocer el hecho, que de ninguna manera justifica las acciones de la Federación Rusa, de que Putin es en parte el resultado de circunstancias históricas y políticas moldeadas por los EEUU; el auge del nacionalismo es una reacción a una amenaza de Occidente que la propaganda de Putin utiliza para fortalecer los sentimientos nacionales".

Aún reconociendo así el papel que desempeñó Estados Unidos en la creación de las condiciones que permitieron el surgimiento de la Rusia de Putin, es importante no renunciar a señalar la responsabilidad de este último por su política. Rusia, bajo la presidencia de Putin, es un país extremadamente agresivo que participó en guerras o las inició: la guerra en Siria, dos guerras en Chechenia, la guerra en Ucrania. Ilya Matveev señaló que las autoridades rusas nunca ofrecieron una arquitectura alternativa para la seguridad global en ausencia de la OTAN, mientras que siempre criticaron a la Alianza. Por el contrario, el liderazgo ruso tiene un impulso patológico a demostrar que puede hacer las mismas cosas que hace la Alianza. El discurso de Putin tras la anexión de Crimea contenía extractos de la declaración de independencia de Kosovo.

Aunque la retórica de las autoridades rusas utiliza clichés sobre la multipolaridad y la lucha por la paz contra la hegemonía estadounidense, las acciones de los líderes rusos han aumentado deliberadamente las tensiones en el espacio postsoviético. Zofia Malisz, miembro del partido parlamentario polaco de izquierda Razem [Juntos], dijo que la OTAN, después de la inclusión de Polonia y otros países, siguió tácticas extremadamente cuidadosas con respecto a Rusia. Por ejemplo, no hubo soldados estadounidenses en Polonia hasta 2014 y, seguramente, no hay armas nucleares. La escalada en Europa del Este siempre fue impulsada por la Federación Rusa. En opinión de Zofia, las posiciones de la izquierda global en torno a la seguridad internacional y los mecanismos que ofrece son muy abstractas o extremadamente ideologizadas, lo que las hace bastante inútiles en situaciones en las que se ha desatado un conflicto armado. La posición abstracta de la izquierda occidental a menudo equivale a un pacifismo ingenuo e ideologizado: un discurso como "no a la OTAN". Los desafíos que enfrentan las instituciones internacionales ahora son mucho más complicados que el análisis que ofrecen los defensores de las visiones antes mencionadas. En su mayoría, carecen de una gama de formas de resistencia inmensamente relevantes, como oponerse a la industria de los combustibles fósiles y al complejo militar-industrial vinculado a ella.

Soldado ucraniano.
Soldado ucraniano en el frente.

Zofia dijo lo siguiente: "La paz, la desmilitarización y la disolución de bloques militares como la OTAN o la CSTO son, sin duda, objetivos que la izquierda debería perseguir a largo plazo, pero no son objetivos oportunos en este momento".

Los políticos que tomaron la posición "No a la OTAN" son inconsistentes, al menos, por mezclar las situaciones de todos los países miembros de la Alianza, sus intereses y sus desafíos de seguridad. Para llegar a un entendimiento, es necesario considerar asimismo cada país del Tratado del Atlántico Norte y su situación política, ofreciendo alternativas al bloque militar. Zofia Malisz argumenta que hasta ahora no tenemos una respuesta coherente de la izquierda occidental en la que se haya hecho ese trabajo. Además, el partido Razem planteó estas preguntas mucho antes de febrero de 2022; e incluso entonces, cuando la situación mundial era completamente diferente, no había una estrategia coherente.

Teniendo en cuenta la amenaza activa que representa el imperialismo ruso, países como Finlandia, Letonia, Polonia o Rumania tienen todo el derecho a armarse y exigir un suministro de armas de la OTAN, piensa Zofia Malisz. Aquellos que toman una posición demasiado ideologizada y niegan ese derecho ignoran los intereses de seguridad de los países de Europa del Este. Dado que ahora algunos partidos de izquierda reconocen lo justificado del armamento de los países de Europa del Este, surge espacio para el diálogo sobre este tema con los socialistas occidentales. Pero, como señaló la activista polaca, aún está ausente una discusión internacional más amplia y una búsqueda común de alternativas. Y eso hace imposible la solidaridad efectiva durante la guerra y fragmenta el movimiento de la izquierda global: "En lugares como Ucrania, Polonia y los países escandinavos, la izquierda simplemente no puede permitirse el lujo de evitar el análisis de los programas de políticas de defensa y concentrarse únicamente en oponerse al imperialismo de la OTAN".

Visiones socialistas para el sistema de seguridad internacional

Gilbert Achcar enfatiza que el programa socialista contemporáneo debe dividirse en dos categorías, lo utópico y lo táctico. Esto, a juicio del investigador, permitirá evitar discusiones improductivas entre la izquierda.

Es sumamente importante hoy renovar el diálogo sobre visiones de corto y mediano plazo. La posición pacifista de la izquierda occidental, provocada por la incapacidad de formular perspectivas a corto plazo, es muy peligrosa y crea un vacío de ideas no solo en cuanto a seguridad y defensa, sino también en otros temas importantes, señala Zofia Malisz. Por ejemplo, debido a que la izquierda occidental califica al partido Razem como pro-OTAN, se niegan a discutir otros temas con él: económicos, ecológicos, culturales, etc.

Zofia dijo sobre los peligros que tal situación tiene para Ucrania lo siguiente: "Cuando no hay un debate internacional entre la izquierda, cuando la izquierda no participa en la discusión y se aparta de ella, deja que prevalezca el Capital como sucedió en Polonia a principios de los noventa. Nuestros camaradas occidentales no nos ofrecían alternativas de izquierda para el proceso de transformación. Y puede volver a suceder en Ucrania si en un futuro cercano no hay diálogo y comprensión de las diferentes realidades de la política de seguridad".

Se necesitan acciones y propuestas urgentes para garantizar la paz en la región y para crear una alternativa socialista para Ucrania. Sin el apoyo incondicional a la izquierda ucraniana y al movimiento sindical, lo que espera al país son nuevas doctrinas neoliberales de choque.

El partido Razem trabaja en una visión de una alternativa de izquierda más allá del marco de la falsa dicotomía entre pacifismo ingenuo y militarismo. Es importante, como señala en sus obras la activista e investigadora socialista francesa Catherine Samary, crear una forma más democrática de gestionar las fuerzas armadas. Para lograrlo, Razem ofrece un enfoque para la construcción de las fuerzas armadas como institución de servicio público que cumpla con las funciones constitucionales del Estado, a saber, la defensa de sus ciudadanos y garantizar la integridad de las fronteras nacionales. Este concepto minimiza la capacidad del ejército para lograr objetivos políticos y económicos. En primer lugar, debe garantizar la seguridad de los ciudadanos y la inviolabilidad de las fronteras estatales, y solo entonces podrá ayudar a los aliados. Zofia Malisz señaló que otro aspecto del programa del partido polaco es luchar contra la creciente militarización de la sociedad y evitar el uso del ejército para lograr los objetivos de las fuerzas políticas derechistas. Para lograrlo, proponen limitar los presupuestos militares al 2%. Eso también disminuiría la posibilidad de utilizar los fondos del presupuesto para estimular la economía a través de complejos militares-industriales.

Concierto de piano para personas desplazadas por la guerra en Lviv.
Concierto de piano para personas desplazadas por la guerra en Lviv.

Gilbert Achcar ofreció otro enfoque para dar forma a un sistema efectivo para una paz estable. A juicio del investigador, los socialistas deben defender el modelo conceptual de relaciones internacionales que encarna la ONU y su carta. En particular, la no injerencia de los estados en los asuntos de otros estados, lo que significa prohibir a los estados más poderosos intervenir en los asuntos de los estados menos poderosos. Establece cierta igualdad entre los territorios creando un espacio global más democrático. Al mismo tiempo, el principio de no injerencia no se extiende a las actividades globales de los movimientos sociales y partidos globales.

Achcar dijo: "La ONU es un logro histórico importante, un producto de siglos de movimiento histórico y de dos terribles guerras mundiales. Todo eso permitió este tipo de organización que es, sin duda, un gran paso adelante en el ámbito de las relaciones internacionales, a pesar de todas sus limitaciones".

El desarme global, también incluido en la carta de la ONU, debe ser una posición fundamental para el programa socialista. Debería haber una campaña internacional constante con respecto a este tema. Un ejemplo de tal iniciativa es el discurso de 50 ganadores del premio Nobel que propusieron la idea de que todos los países del mundo reduzcan sus gastos de defensa en un 2% cada año bajo la supervisión de la ONU. Dijeron que el dinero liberado en unos años podría usarse para luchar eficazmente contra el cambio climático y superar las pandemias.

El principio de la desmilitarización fue siempre parte integral del movimiento obrero. Cerca del final del siglo XIX, Friedrich Engels ya se dirigió a los trabajadores en su panfleto llamando a luchar por el desarme.

Hoy podemos observar una tendencia objetiva hacia la fragmentación de las relaciones internacionales y la economía, y hacia la división del mundo en esferas de influencia, lo que marca el fin de la globalización en los principios del siglo XXI. Los mecanismos habituales de seguridad global resultan ineficaces ante las nuevas circunstancias que posibilitan los conflictos armados, las guerras económicas, etc. En la dicotomía entre neomercantilismo y economía globalizada, la primera alternativa resultó históricamente destructiva, y la segunda no se ajusta a la realidad y cada vez pierde más relevancia.

Es extremadamente importante ahora ofrecer una nueva visión que se base en los valores de izquierda y sea capaz de garantizar una paz estable. La creación de tales políticas exige discusiones globales entre la izquierda internacional, diálogo sobre soluciones a corto plazo y análisis de las situaciones específicas de los diferentes países. Seguir evitando las polémicas y evitando la búsqueda común de alternativas, cultivar el vacío de ideas y repetir clichés obsoletos es una forma de crear un terreno fértil para los políticos neoliberales, para la agresión interimperialista directa y para el ascenso de las fuerzas de extrema derecha.


Traducido por Trasversales

Artículo original de la revista Commons

Artículo en inglés

Publicado orginalmente el 7 de febrero de 2023



Maksym Shumakov

Maksym Shumakov. Activista de Movimiento Social (Ucrania) y de la red de sindicatos independientes de estudiantes..