¿Somos todas hermanas? El feminismo ucraniano entre Occidente y Rusia
Hanna Hrytsenko
6 de diciembre
de 2023
Contexto postcolonial del siglo XX
Las humanidades y las ciencias sociales occidentales nos han proporcionado un extenso corpus de conocimientos que utilizamos con gusto, especialmente en el campo de los estudios de género. Sin embargo, como sostiene Madina Tlostanova, investigadora del feminismo y el colonialismo, en su obra Decolonial Gender Epistemologies, un enfoque acrítico de las metodologías y disciplinas occidentales amenaza con objetivar el deseo de analizar el mundo desde una posición específica, que en realidad es imaginaria, objetiva y un punto de referencia cero1. En Cultura e imperialismo, Edward Said afirma explícitamente: "... muchas de las clases e individuos que colaboraron con el imperialismo comenzaron tratando de emular los modos modernos europeos, de modernizarse según lo que se percibía como avance europeo2."
La crítica a la naturaleza occidentalocéntrica del conocimiento social y humanitario y la búsqueda de nuevas perspectivas que mostraran de forma exhaustiva e inclusiva la sociedad humana se convirtieron en una importante preocupación de las ciencias sociales y las humanidades en el siglo XX. La aparición de nuevos Estados-nación tras el colapso de los imperios coloniales, la globalización de la economía y las nuevas oportunidades de migración y comunicación cambiaron el mundo y las formas de entenderlo. El psiquiatra y filósofo político Frantz Fanon, originario de las colonias caribeñas de Francia, fue uno de los primeros investigadores de la teoría colonial y poscolonial en la década de 1950. A finales de la década de 1970, Edward Said, intelectual estadounidense de ascendencia palestina, publicó la obra ya clásica Orientalismo. Con este término describió los procesos de alterización de Oriente Medio en la literatura y la cultura de Europa Occidental, la construcción de un cierto binario entre "Oriente" y "Occidente". Los sociólogos Andre Gunder Frank e Immanuel Wallerstein trabajaron en un análisis económico de la desigualdad global. Las teorías y prácticas feministas tampoco permanecieron indiferentes a los cambios en curso.
¿Es el “feminismo occidental” para todas?
La segunda ola del feminismo nació en Estados Unidos a mediados del siglo XX, coincidiendo con el surgimiento el Movimiento por los Derechos Civiles y el Movimiento de Liberación LGBT. Este feminismo de la segunda ola surgió principalmente por parte de mujeres blancas, en su mayoría de clase media, educadas, a menudo heterosexuales y procedentes de países del "primer mundo". Desde el punto de vista del análisis interseccional, se les calificaría de privilegiadas en muchos ejes de desigualdad, excepto en el de su género. Este equilibrio de poder determinó la tesis básica de este movimiento político.
El supuesto fundamental en el que se basaba el feminismo radical, o feminismo de la segunda ola, era la afirmación de que todas las mujeres tenían una experiencia femenina común de opresión, en la cual la desigualdad de género se presentaba como la quintaesencia, reflejada en diversas esferas de la vida. Estoy dispuesta a apostar que la Segunda Ola consideraba determinante la oposición entre los géneros femenino y masculino, ya que, según otros criterios, la gran mayoría de estas mujeres pertenecían a categorías privilegiadas.
Sin embargo, la experiencia de las "guerras feministas por el sexo", en las que lesbianas y practicantes de BDSM se oponían a las mujeres heterosexuales "vainilla" (aquellas que preferían las prácticas sexuales convencionales), puso en entredicho este concepto simplista. Resultó que las prácticas sexuales también tienen sus propias jerarquías, y las feministas cuyas prácticas están más arriba en esta jerarquía pueden ser abiertamente hostiles hacia aquellas que tienen preferencias marginales. De esta manera, las mujeres de estas diferentes categorías no pueden definirse simplemente como hermanas. Poco después, se hizo visible y se articuló otra jerarquía entre mujeres blancas y negras, lo que marcó el inicio de la tercera ola del feminismo, también conocida como feminismo interseccional.
Según bell hooks (escrito en minúsculas a petición propia), teórica negra del feminismo de la Tercera Ola, el porcentaje de mujeres negras en Estados Unidos que buscaban la igualdad de género era mayor que entre las mujeres blancas, pero las mujeres negras seguían estando infrarrepresentadas en la Segunda Ola. hooks explica este hecho señalando que la agenda de la Segunda Ola no reflejaba los intereses de los diferentes grupos de mujeres estadounidenses, sino sólo de aquellas cuya piel era blanca. Así, introduce el concepto de interseccionalidad en el paradigma teórico del feminismo, la intersección de discriminaciones. Hay más de una jerarquía: la desigualdad existe no exclusivamente entre mujeres y hombres, no exclusivamente entre blancos y negros, no exclusivamente entre heterosexuales y LGBT+. Las posiciones y los problemas de un hombre blanco, una mujer blanca, un hombre negro y una mujer negra son diferentes: se trata de cuatro situaciones sociales distintas. La intersección de discriminaciones puede representarse como una matriz multidimensional, en la que cada persona tiene un conjunto de características según las cuales puede ser simultáneamente objeto de discriminación y privilegio.
Es importante mencionar que la relación entre raza y género fue señalada en la década de 1850 por la antigua esclava y posterior activista feminista Sojourner Truth. A pesar de ser analfabeta, reflexionó acertadamente sobre el hecho de no ser reconocida ni considerada mujer3. La primera ola del movimiento feminista estadounidense estuvo marcada por un racismo manifiesto, por lo que el feminismo no pudo procesar a fondo las ideas de Truth hasta más de 100 años después. La primera obra de bell hooks, Ain't I A Woman? (¿Acaso no soy una mujer?), toma prestado su nombre del famoso discurso pronunciado por Truth en la Convención de Mujeres de Akron, Ohio, en 1851. Sólo después de 130 años las mujeres negras se hicieron lo suficientemente visibles como para ser finalmente escuchadas. Esta historia es una gran ilustración de la intersección de discriminaciones.
Es importante señalar que no todas las feministas blancas estaban satisfechas con el tipo de pensamiento de la segunda ola. En Manifiesto cíborg, Donna Haraway critica a Catherine MacKinnon por la "totalidad" del paradigma que define a las mujeres por la experiencia femenina compartida: "La teoría radical de la experiencia de MacKinnon es totalizadora en el grado máximo y, más que marginalizar, oblitera la autoridad de cualquier otro discurso o acción políticos de las mujeres. Es una totalización que produce lo que el propio patriarcado occidental nunca pudo lograr, la conciencia de las feministas de la no existencia de la mujer excepto como producto del deseo masculino. Creo que MacKinnon dice correctamente que ninguna versión marxiana de la identidad puede dar lugar a una unidad firme de las mujeres. Pero al resolver el problema de las contradicciones de cualquier sujeto revolucionario occidental para los fines feministas, pone en marcha una doctrina de la experiencia aun más autoritaria4."
El paradigma interseccional permite incorporar en el análisis no sólo a las mujeres negras estadounidenses, sino también a mujeres de otras culturas. No todas las culturas del mundo tienen un sistema binario de género; algunas culturas tradicionales se caracterizan por lo que la sociedad moderna denomina transgénero. Se trata, por ejemplo, de las personas de dos espíritus en las culturas de los nativos norteamericanos, los hijra ("tercer sexo" legalmente reconocido) en la India y las burrneshas albanesas (mujeres que viven como hombres). Además, no todas las culturas que tienen oposiciones binarias de género reproducen los roles de género según los patrones de las sociedades occidentales. Ser conscientes de estos hechos nos permite ser críticos con el paradigma del feminismo radical y su naturaleza limitada y occidentalocéntrica.
La idea de producir conocimiento feminista a partir de la reflexión sobre el colonialismo se ha debatido activamente en las últimas décadas. Por ejemplo, Chandra Talpade Mohanty, investigadora india que trabaja en Estados Unidos, opina que el feminismo occidental suele construir una imagen distorsionada de la "mujer media del Tercer Mundo" (sexualmente limitada, sin educación, pobre, orientada a la tradición, a la familia, victimizada, etc.5). De hecho, esta imagen surge de la intersección de los contrastes del Tercer Mundo (tal y como se representan generalmente en el Primer Mundo) y las diferencias de género.
Mohanty demuestra el marco que determina dicha imagen:
- mujeres como víctimas de la violencia machista;
- mujeres universalmente dependiente de los hombres;
- mujeres como víctimas de los sistemas familiares;
- mujeres como víctimas de las ideologías religiosas.
Este marco construye la imagen generalizada de una mujer en oposición a la imagen generalizada de un hombre, y al generalizar esta oposición, se estabiliza en un sistema de visión del mundo. Según Mohanty, la solidaridad no histórica y universal de la mujer, basada exclusivamente en su subordinación al hombre, no es una demostración analítica de esta subordinación en sus diversas dimensiones y manifestaciones, y, por tanto, no puede ser fuente de transformaciones constructivas. Al contrario, reduce el sujeto femenino a la identidad de género, rechazando todas sus demás identidades. Por ejemplo, la circulación de esta imagen media puede verse en los debates sobre el islam y el feminismo, aunque no se aplique a una estadounidense o canadiense con estudios proveniente de una familia musulmana liberal.
A pesar del prolongado debate, sobre todo en el mundo académico, donde no cabe duda de que la gente no carece de acceso al conocimiento, el feminismo occidental sigue menospreciando a menudo las preocupaciones de las mujeres fuera del Occidente global. La línea de desigualdad no sólo discurre entre las mujeres blancas y las negras estadounidenses, sino también entre las nacidas en países del Primer Mundo y las que emigraron allí, y entre las ciudadanas de estos países y las mujeres que viven en el Segundo y el Tercer Mundo. Madina Tlostanova demuestra que las mujeres blancas europeas eran percibidas como la encarnación normativa de la feminidad en el sentido sociocultural, mientras que las mujeres colonizadas no sólo ocupaban una posición inferior, sino que también eran consideradas únicamente como portadoras del sexo biológico y comúnmente excluidas del género femenino6.
La investigadora argentina María Lugones sostiene que el eurocentrismo del capitalismo global ha reducido el concepto de género a la cuestión del control sobre la sexualidad y la función reproductora. La investigadora demuestra que las reivindicaciones centrales del feminismo -dejar de considerar a las mujeres débiles, encerradas en la esfera privada y sexualmente pasivas- sólo se aplicaban a la feminidad blanca burguesa7.
La historia del movimiento feminista en América Latina se remonta al siglo XVII y tiene sus raíces en Sor Juana Inés de la Cruz, una monja que escribió tratados laicos y defendió la importancia de la educación de la mujer8.
El paradigma de las tres olas del feminismo occidental no incluye la "jineología", teoría y práctica de la emancipación de las mujeres del Kurdistán, ni el movimiento anarquista español 'Mujeres Libres' que tuvo lugar durante la guerra civil9.
Las investigadores y activistas, tanto las que trabajan en el Occidente global como las que permanecen en contacto con él, afirman que sus nombres y apariencias exóticas se perciben con ansiedad y como una invitación al estereotipo10. Sus intentos de desarrollar un estilo propio de escritura se tratan como una falta de cultura académica. Las investigadoras locales, profundamente inmersas en el contexto del tema de investigación, en el mejor de los casos son reconocidas como "encuestadas" y no como colaboradoras, y en el peor de los casos, sufren plagio cuando sus opiniones se presentan como las de sus colegas occidentales11. «Nosotras, las mujeres de Asia Central, somos el material de partida, el "campo", el tipo de combustible que alimenta la producción de conocimiento sobre nosotras, pero no para nosotras», escribió Synat Sultanaliyeva, una activista de Kirguistán12.
El carácter imperial de la URSS y el olvido del feminismo presoviético
Hasta 1917, Rusia era un imperio y una "prisión de naciones, cuya llave guarda el emperador" (Adolf de Custin, Rusia en 1839). La transición revolucionaria a la URSS no mejoró la situación en esencia. La lengua ucraniana funcionó en el ámbito cultural y no fue tan reprimida como en la época de la Circular Valuev o el Ems Ukaz (Decreto Ems); sin embargo, su versión literaria fue adaptada y acercada al ruso, mientras que las manifestaciones sancionadas de la cultura ucraniana fueron muy limitadas. Esto condujo a la aparición de la "sharovarshchina", un concepto que significa folclore artificial, construido en realidad en la época soviética.
La versión soviética del tratamiento desagradable de las diferencias etnonacionales recuerda a un apartamento comunal (metáfora utilizada por el especialista en estudios soviéticos Yuri Slezkine13 y en la letra de una canción del antaño popular grupo Dune), donde todas las naciones son supuestamente iguales, pero la nación rusa es más igual que las demás, como nación de la antigua metrópoli imperial e iniciadora de la Gran Revolución Socialista de Octubre. Son los grandes protagonistas que viven junto a los generalizados, estereotipados y cómicos "Gulnara", "Zuckerman", "Gogi" y "el pastor de renos Belda"14. [los tres primeros son nombres de origen azerbaiyano, judío y georgiano, respectivamente, nde.].
El ideal "soviético" evolucionaba constantemente hacia el ideal "ruso" (limitando en parte la cultura rusa, cuyas manifestaciones no todas encajaban en la ideología soviética) y las obras de arte de los artistas locales eran criticadas por su "sesgo nacionalista" (incluso cuando no se hacía referencia al nacionalismo en ninguna de sus definiciones, fijando así la connotación discursiva negativa de la palabra15). Las principales dimensiones postsoviéticas de la discriminación no se basan únicamente en diferencias de clase, como creen Daphne Rachok y Roman Leksikov, ni son raciales como las de Estados Unidos. Más bien tienen un marcado matiz de privilegios regionales y culturales centrados en Moscú16.
La posición poscolonial dependiente de Ucrania ha sido la razón de la invasión militar rusa del Donbás y Crimea, así como de la reacción totalmente reacia de los países occidentales a esta invasión. Fabio Belafatti, investigador del colonialismo, indica cómo se construye el orientalismo (la alterización del Este) en relación con Ucrania y sus posiciones en la guerra ruso-ucraniana. Belafatti escribe que cuando un comentarista occidental dice que Rusia teme la inclinación de Ucrania hacia la OTAN, "básicamente está dando a entender que Rusia tiene de hecho un derecho inalienable a reclamar derechos en la región, como si Europa del Este no fuera más que una herramienta para compensar los complejos de inferioridad no resueltos de Rusia17".
Ewa Thompson, investigadora del colonialismo ruso, escribe que Rusia no suele considerarse un Estado colonial, en parte debido a la situación geográfica de sus colonias, que lindan con la metrópoli y no están situadas en ultramar18. En el caso de los países postsoviéticos, los investigadores occidentales suelen limitarse a estudiar únicamente el ruso y, por tanto, trasladan a sus investigaciones los prejuicios sociales, culturales y semánticos que distinguen a los hablantes nativos de ruso en cada caso concreto19.
Es importante destacar en este texto asuntos que rara vez se discuten, ya que la cuestión de la mujer en la Unión Soviética se construyó en la intersección de la pretendida emancipación de la mujer (que de hecho se llevó a cabo parcialmente, especialmente en los primeros años del gobierno soviético) y la política nacional específica.
La popular película Sol blanco del desierto construye la imagen de un hombre que trae la emancipación a las mujeres de Asia Central, consolidando así los estereotipos del colonizador blanco "progresista" y los "salvajes" no blancos. La abundante historia presoviética de los movimientos de mujeres ha sido borrada y silenciada.
El movimiento feminista en Galitzia (Halychyna) durante el dominio del Imperio Austrohúngaro y el periodo de entreguerras, después de que la región se viera obligada a unirse a la URSS, no encajaba en la historia oficial, por lo que pasó a ser completamente invisible. El gobierno soviético construyó un "hombre nuevo" divorciado del "hombre viejo"; por lo tanto, una mujer sólo podía ser "obrera" o "campesina". La historia presoviética de las naciones de la URSS se reconstruyó según patrones uniformes que sólo daban cabida a ciertos subtipos de lucha de clases, en los que sólo participaban hombres.
Las diferencias entre la historia y la cultura de las mujeres, las experiencias de las mujeres y las necesidades de las mujeres, más elaboradas que "las moscovitas tienen dos coletas, las uzbekas tienen veinticinco", se borraron y se ajustaron a un espécimen promedio mucho más cercano a las moscovitas que a las uzbekas.
Toda esta prehistoria influye en cómo nos vemos ahora. En 2018, algunas feministas ucranianas criticaron la Marcha de las Mujeres organizada por la ONG Insight. En particular, un comentario se refería a la fuente del logotipo, supuestamente tomada de la organización de extrema derecha Sector Derecho, aunque en realidad era una fuente ligeramente modificada de uno de los fundadores del diseño gráfico ucraniano, Heorhiy Narbut. Así, incluso en 2018, un llamamiento completamente inocente a la cultura nacional, que no entraba en el ámbito cultural aprobado por los soviéticos, fue tachado de "nacionalista" = "malo".
La influencia del RuNet feminista y sus problemas internos
Tras el colapso de la URSS, la complicada cuestión de la política nacional soviética adoptó una nueva configuración, según Rogers Brubaker, manifestándose esta vez en el triángulo conformado por los nuevos Estados-nación, las minorías nacionales de estos Estados y las patrias nacionales de estas minorías20. Cada uno de estos actores interpretaba y aplicaba el nacionalismo de manera dispar; lo mismo, agregaría yo, sucedía con la problemática de la mujer.
Las feministas del recién surgido Estado-nación ucraniano suelen sostener que el nacionalismo ucraniano no contradice el feminismo e incluso lo fortalece, alegando que no se alinea con la comprensión del nacionalismo presente en los paradigmas académicos y feministas occidentales. Aunque la palabra "feminismo" seguía siendo mayoritariamente desconocida en aquella época, a partir de la década de 1980 surgieron en Ucrania diversas organizaciones de mujeres que delinearon las políticas y los objetivos del movimiento feminista en los primeros compases de la lucha independentista ucraniana, por ejemplo, la organización internacional Zhinocha Hromada ("Comunidad de Mujeres"), la Unión de Mujeres de Ucrania y la Sociedad Panucraniana de Mujeres Olena Teliha.
Una vez alcanzado el objetivo formal de la proclamación de la independencia, en la década de 1990, las organizaciones de mujeres centraron su atención en la defensa de los intereses de las mujeres a través de su apoyo en los ámbitos medioambiental, benéfico y de representación política21. El feminismo liberal en Ucrania tiene sus raíces en este movimiento y aboga por las cuotas electorales femeninas, la iniciativa empresarial de las mujeres, la participación de las mujeres en la toma de decisiones y la capacitación de las mujeres mediante la adquisición de conocimientos, habilidades, herramientas y recursos.
Sin embargo, los viejos lazos con la antigua metrópoli, que había sido un centro intelectual y cultural (además de ser un centro de acumulación de recursos), perduraron y dejaron su huella. Entre 1995 y 2001, el canal ruso TV-6 emitió el programa de tertulias de mujeres Ya Sama ("Yo, yo misma"), que también se emitió en Ucrania. Su copresentadora, la escritora y dramaturga Maria Arbatova, fue la primera personalidad pública rusa que se autodenominó feminista, y gozó de cierta popularidad en los Estados postsoviéticos.
Desde mediados de la década de 2000, las redes sociales empezaron a desarrollarse gradualmente en Rusia y Ucrania, ofreciendo a usuarias de diversos orígenes y biografías la oportunidad de conectar con mujeres afines y aprender más sobre determinados temas. En estas plataformas, el ruso, como "lengua de comunicación internacional", continuó uniendo a las mujeres del espacio postsoviético, incluyendo a las inmigrantes de la antigua Unión Soviética en Estados Unidos, Israel, Alemania y otros países.
El 5 de febrero de 2005, la usuaria moscovita de LiveJournal Elizaveta Morozova (nombre de usuario sadcrixivan), que publicaba traducciones de artículos periodísticos occidentales, fundó la comunidad Feministki. Con el tiempo, esta comunidad atrajo a varios miles de usuarios y durante mucho tiempo se mantuvo como posiblemente el principal punto de acceso al feminismo para las mujeres rusoparlantes postsoviéticas.
Esta comunidad publicaba traducciones y adaptaciones de obras occidentales sobre feminismo, así como debates sobre temas feministas. Salvo algunas excepciones, el movimiento feminista consciente en la extinta Unión Soviética no existía realmente. Es relevante destacar que la celebración de la emancipación de la mujer el 8 de marzo se había transformado en un día de "primavera y belleza"22. Por lo tanto, la introducción del feminismo en el espacio postsoviético estuvo marcada por su doble naturaleza colonial: el conocimiento feminista se transfirió primero de Occidente a Rusia, y luego de Rusia a Ucrania.
La autora de este artículo también se unió al movimiento feminista a través de las activas discusiones en la comunidad Feministki. No tengo conocimiento de ninguna plataforma ucraniana similar que proporcionara un espacio para debatir temas feministas, que familiarizara a sus participantes con diferentes perspectivas sobre diversos temas relacionados con el feminismo y que facilitara su introducción a la postura feminista (la comunidad Feminism_ua, aunque creada un poco antes, servía más como una plataforma informativa para recopilar publicaciones temáticas, en ella no se llevaban a cabo debates regulares).
Después de 2014, algunas feministas ucranianas dejaron las plataformas rusas en las redes sociales y se pasaron al ucraniano; por ejemplo, se unieron a la comunidad Feminism_ua en Facebook. No obstante, las usuarias ucranianas, especialmente las más jóvenes, continuaron leyendo páginas de la comunidad rusa en Facebook y siguieron a blogueras rusas en YouTube e Instagram (por ejemplo, Sasha Mitroshina, que visitó Kíiv para encontrarse con su público), por lo que se formaron una idea del feminismo desde una perspectiva rusa.
Alrededor de 2012-2013, las feministas de habla rusa descubrieron las ideas de la Segunda Ola del feminismo a través de traducciones realizadas o republicadas por varias blogueras (como accion-positiva y el equipo de la comunidad womenation, que ahora ha cesado su actividad), quienes introdujeron por primera vez a las mujeres postsoviéticas en las obras de Andrea Dworkin, Sheila Jeffreys, Gerda Lerner, Marilyn Frye y Phyllis Chesler. La falta de acceso a las publicaciones originales y al contexto en el que aparecieron por primera vez condujeron a la reproducción acrítica de acalorados debates estadounidenses durante las guerras feministas por el sexo, como el que abordaba si las cuestiones lésbicas debían pertenecer a la agenda feminista23.
Esta situación tuvo sus consecuencias: el conocimiento limitado y selectivo de la teoría feminista llevó al adoctrinamiento de estas ideas, que parecían adquirir finalmente justificación. Una porción restringida de la teoría, a menudo debatida, desarrollada, refutada y contextualizada en Occidente, empezó a ser considerada como la única fuente de conocimiento verdadero y preciso. Las feministas radicales postsoviéticas a menudo exigen "estudiar la teoría", refiriéndose a un número limitado de autores, y dirigen este llamamiento a las mujeres que sólo pueden responder refiriéndose a su experiencia personal, no al conocimiento teórico, ya que a menudo no tienen suficiente acceso a los materiales teóricos y no están familiarizadas con el desarrollo de la teoría feminista después de la Segunda Ola radical estadounidense.
Por otro lado, la irrupción de las redes sociales en 2010, con su función de crear páginas públicas temáticas, modificó la naturaleza de los debates en línea, los cuales comenzaron a descentralizarse cada vez más y a dividirse según sus fundamentos subideológicos. Las feministas que tenían dominio el inglés y podían navegar por el segmento anglófono de Internet comenzaron a tomar prestada terminología del feminismo moderno estadounidense presente en plataformas como Tumblr y otras redes sociales. Por ejemplo, incorporaron conceptos del feminismo interseccional, como la positividad corporal, la apropiación cultural, términos para describir las variantes no cisgénero y no heterosexuales, así como los problemas de las representaciones de las minorías en las películas de Hollywood y los videojuegos.
Estos conceptos no siempre se abordan y comprenden de manera crítica. Un buen ejemplo es la revista Wonderzine Russia. Sus lectores han expresado en repetidas ocasiones su deseo de leer más sobre mujeres rusas reales en su diversidad de clase, etnia y nacionalidad, y menos sobre la agenda progresista occidental. A pesar de estas peticiones, la revista sigue publicando sobre la apropiación cultural de peinados de las mujeres negras y la representación de los negros en las series de televisión estadounidenses, mientras pasa por alto las historias rusas de racismo contra las mujeres que no pertenecen a la etnia rusa, la historia esclavista del Imperio ruso y otros temas locales. Además, la revista demuestra una actitud de superioridad hacia las mujeres ucranianas y falta de voluntad para reconocer su parte de responsabilidad en la política de Putin, que incluye la guerra en el Donbás y la ocupación de Crimea. Asimismo, Wonderzine Rusia exhibe a menudo un clasismo desproporcionado con la situación financiera de muchas mujeres rusas24.
La feminista y bloguera Zhanna Poyarkova ha comentado: "Otro desarrollo, otra justicia, otros mecanismos; pero los sitios web publican agendas, descubrimientos y luchas que siguen siendo ajenos [a los Estados-nación que surgieron tras el colapso de la Unión Soviética, ndt]. (Bueno, no completamente ajenos, pero ahora estamos viviendo una etapa diferente de los mismos procesos, incluso un año diferente). Y estás sentada leyendo noticias sobre personas desconocidas y aprendes a comprenderlas mientras existes en un entorno completamente diferente. Esto crea un estado mental muy extraño. Mentalmente, vives dentro del paradigma de la cultura global, sobre todo películas, música, literatura, juegos, etc., americano-europeos; sin embargo, estás rodeado de cosas completamente distintas"25.
La feminista rusa Yana Markova sostiene que importar la interseccionalidad como un modelo teórico prefabricado de Occidente, en lugar de desarrollarlo dentro del contexto local, genera, entre otras cosas, transfobia, islamofobia y xenofobia. Según Markova, debido a la insuficiencia de los modelos estadounidenses diseñados para abordar los problemas estadounidenses (como la dicotomía blanco-negro como uno de los más fundamentales, que no funciona en el espacio postsoviético), algunas feministas recurren a la Segunda Ola, que, aunque también es importada, es una versión más antigua del feminismo que sólo considera una dimensión de la discriminación, el género, lo que hace que la agenda sea más directa y, por lo tanto, más agresiva26.
La activista rusa Daria Serenko señala que el concepto de "sororidad" basado en el supuesto de las experiencias compartidas por las mujeres, fundamental para la Segunda Ola estadounidense, en realidad funciona para dividir a las mujeres: una feminista (o cualquier otra mujer) puede ser declarada "no hermana" y, por lo tanto, ser apartada del movimiento o de sus beneficios27. En 2014, la activista Lyubov Kalugina escribió un manifiesto detallado en el que excluía a las "hermanas" incluso a aquellas que llevaban chaquetas cortas en invierno, ignorando por completo el hecho de que no todas vivían en el frío clima de Siberia como ella misma. Además, creó un "tablón de la vergüenza" para las feministas que se oponían a sus afirmaciones. Es un ejemplo bastante curioso, pero se generó al ignorar las diferencias de experiencias y circunstancias28.
Una parte de la agenda del feminismo ucraniano tampoco tiene su origen en el contexto local, sino que se adopta acríticamente, ya sea directamente de Occidente o a través de canales de difusión rusos. Dos temas principales, que siguen siendo populares en el gran grupo de Facebook Feminism_UA, son ambos prestados. El primero es la adhesión al modelo sueco en el feminismo ucraniano, un enfoque no refleja el deseo popular de mujeres y hombres que tienen experiencia en la prestación de servicios sexuales con fines comerciales, sino que su imagen se ha desarrollado a partir de los informes positivos de los medios de comunicación extranjeros. Sin embargo, según mi experiencia, los defensores del modelo sueco son renuentes a responder a la pregunta de cómo imaginan una fuente de ingresos para una mujer que no puede seguir trabajando en la industria del sexo comercial debido a la criminalización de sus clientes ni recibir un salario equivalente en otro lugar.
El segundo tema prestado es la postura transfóbica de algunas feministas; los argumentos que la justifican también son adoptados de la prensa extranjera, principalmente de la conservadora estadounidense. Por ejemplo, el argumento de la "violencia en los baños públicos" es una variación ligeramente alterada de un argumento racista utilizado durante la segregación de los negros en Estados Unidos, cuando se les acusaba de este tipo de agresiones y se les negaba el acceso a los baños públicos y a las fuentes utilizadas por los blancos.
El feminismo ucraniano tampoco está exento de islamofobia, a pesar de que las mujeres musulmanas ucranianas reales son políticamente activas y conscientes de sus intereses, participando en marchas de mujeres29 y en las elecciones locales30. Confrecuencia, su imagen en los debates se presenta como la "mujer promedio del tercer mundo" descrita por Mohanty a mediados de la década de 1980.
Ignorar la estratificación social basada en las diferencias de clase hace que la versión global del feminismo importada de Occidente sea demasiado de derechas y, por ende, poco crítica con la desigualdad económica existente. Al igual que el pacifismo acrítico en el contexto de la guerra ruso-ucraniana favorece al Estado agresor, una actitud acrítica ante la desigualdad de clases no beneficia a las mujeres de Ucrania. Cuando el feminismo estadounidense de la tercera ola se traslada al terreno ucraniano, parece ignorarse por completo un punto importante: las diferencias de clase en la sociedad estadounidense están codificadas dentro de las diferencias raciales y, por lo tanto, no requieren una articulación adicional. Si una mujer estadounidense habla de un "hombre heterosexual blanco", el mismo mensaje le sonará a una mujer ucraniana como "hombre heterosexual rico".
La adaptación inconsciente del discurso a la medida estadounidense, que se basa principalmente en la dicotomía "blanco-negro", nos ayudará sin duda a examinar nuestros privilegios en comparación con los estudiantes de los países del África negra (la "amistad de los pueblos" soviética no fomentó ninguna igualdad real, y la presencia de este tipo de racismo es bastante evidente). Sin embargo, no nos hará tomar conciencia de la flagrante discriminación estructural de la población romaní de Ucrania, una parte de la cual ni siquiera tiene documentos de identidad. Tampoco facilitará la toma de conciencia de nuestra propia pobreza ni del hecho de que, para la población de Estados Unidos, no somos blancos: sólo pasamos por blancos, sólo parecemos "blancos". Del mismo modo que ni la diáspora irlandesa ni las mujeres circasianas, que fueron vendidas en Estados Unidos como esclavas caras, fueron consideradas blancas, ya que la "blanquitud" en el sentido estadounidense de esta palabra requiere también la pertenencia a una determinada clase social y a un género influyente, preferentemente "sureño"31 32.
Los ejemplos de las reflexiones del feminismo ruso sobre el colonialismo son poco frecuentes y, por lo general, no incluyen a Ucrania33. En mi artículo 'La guerra ruso-ucraniana desde 2014 y el feminismo', ya he argumentado que las feministas rusas no aplican la solidaridad de las mujeres y la "sororidad" a las mujeres ucranianas. Además, raramente consideran su posición privilegiada y el hecho de contribuir con impuestos al presupuesto de un Estado agresor34.
Las feministas ucranianas, que operan en el ámbito de la información compartida, difunden parcialmente la agenda rusa, como anuncios de eventos y conferencias, en sus páginas de redes sociales. Sin embargo, siempre hay una explotación desigual e injusta del trabajo en el espacio mediático y nunca un apoyo mutuo. Las feministas rusas no publican anuncios ucranianos, no muestran interés por las historias relevantes para las feministas ucranianas, no simpatizan con las dificultades que enfrenta la comunidad feminista ucraniana, ni celebran sus éxitos. Ocasionalmente, sin embargo, las feministas rusas reaccionan con dureza a las peticiones de apoyo y solidaridad35.
Esta desintegración de la "sororidad" contribuye a la descolonización de la conciencia de las ucranianas36. En una ocasión, se solicitó a la autora de este artículo que publicara un texto en apoyo de las hermanas Khachaturian (un caso muy sonado en Moscú de autodefensa contra la violencia doméstica) en un canal de Telegram dedicado a... movimientos de extrema derecha ucranianos; la descripción del canal indicaba explícitamente tanto su temática como su afiliación territorial.
La historia de la creación de la rama ucraniana de Wonderzine también pone de manifiesto la dependencia parcial del feminismo ucraniano del ruso. Tan pronto como se anunció, la versión localizada de este medio ruso atrajo inmediatamente el interés de muchas autoras potenciales, la mayoría de las cuales aún no habían aparecido en publicaciones feministas ucranianas y parecían no haber oído hablar de Gender in Detail, Povaha ('Respeto'), Update, 50%, WOMO, The Devochki ('Las chicas') [medios ucranianos sobre igualdad de género, ndt.]. Ni siquiera les detuvo la mala reputación del propietario de la revista, el holding mediático Look At Me, famoso por el impago de salarios en Rusia.
Feminismo académico: ¿de Occidente a Oriente?
Las mujeres que no tuvieron ese punto de entrada (no oyeron hablar de él, no tenían un nivel de educación suficiente, no vieron la conexión entre el feminismo y sus propias necesidades) estaban, y probablemente siguen estando lejos del marco teórico. No obstante, el feminismo académico también se ha desarrollado en Ucrania con adaptaciones de las agendas occidental y rusa. A principios de la década de 1990, las investigadoras ucranianas, especialmente las críticas literarias, descubrieron los estudios de género como un campo interdisciplinario amplio y bien desarrollado, con su propio aparato analítico y su propio entorno académico. Posteriormente, científicas y mujeres ucranianas interesadas en el trabajo académico empezaron a desarrollar estudios de género en Ucrania, a escribir sus propias obras, a traducir artículos académicos, a abrir centros de investigación, etc.37.
El feminismo académico en Ucrania puede considerarse algo desarrollado y se fundamenta más en las subvenciones occidentales y en el entusiasmo de las investigadoras que en el apoyo estratégico de las universidades (las ideas antidiscriminatorias aún no son bien recibidas en muchas universidades). Entre los éxitos locales se incluye, por ejemplo, un programa de máster en estudios de género que comenzó en la Universidad Nacional Taras Shevchenko de Kíiv en 2017, así como cursos independientes impartidos por el Departamento de Sociología de la Academia de Kíiv-Mohyla.
A principios de la década de 2010, se habían celebrado en Foros (Crimea) más de una docena de escuelas de verano feministas diseñadas por el Centro de Estudios de Género de Járkiv, y en 2011 se puso en marcha un seminario de tres años sobre género, sexualidad y poder del Programa de Apoyo a la Educación Superior (HESP)38. Estos eventos proporcionaron un entorno necesario para el estudio en profundidad de la teoría feminista, pero estaban enfocados hacia un público avanzado dentro de la burbuja social académica y semiacadémica. Además, el Centro de Estudios de Género de Járkiv llevaba a cabo su labor en ruso y también estaba más orientado al ruso en el contexto académico.
Todavía no existe ningún centro académico potente que pueda presentar la teoría de género a los ucranianos en lengua ucraniana, en parte debido a la falta de financiación para un proyecto de este tipo. La Ofensiva Feminista, que comenzó en 2011 y podría describirse como un proyecto educativo y un grupo activista, intentó hacerlo. El deseo de poner en práctica una combinación de este tipo no puede sino aplaudirse, aunque los problemas a los que se enfrentó el grupo activista, como las leyes sexistas y homófobas y la obligatoriedad del trabajo de las estudiantes, no encajaban del todo con su labor teórica (es decir, las traducciones de las obras de Donna Haraway).
Además, la Ofensiva Feminista inició el primer debate público sobre el separatismo en el movimiento feminista39. Algunas activistas del grupo colaboraron o participaron en el movimiento de izquierda de Kíiv, que, aunque contaba con más participantes hombres que mujeres, se declaraba pro-feminista y ya tenía experiencia en la organización y participación en diversos eventos sobre cuestiones de la mujer. Cuando la Ofensiva Feminista declaró que "sólo las mujeres pueden ser miembros del grupo y participar en la toma de decisiones en las reuniones" (sin proporcionar más explicaciones sobre las personas transgénero y no binarias, lo que generó otro debate sobre la inclusión de las experiencias de las mujeres en estos grupos), los activistas pro-feministas hombres consideraron que tal declaración era incomprensible e injustificada40. Sus críticas llevaron a más acusaciones: se les acusó de explotar a sus esposas y parejas, y a las mujeres del movimiento de izquierdas que tampoco entendían la ventaja del separatismo se las tachó de "amigas fieles"41.
Al final, la discusión se redujo a un denominador común: la idea de crear una iniciativa feminista de izquierdas que incluyera tanto a hombres como a mujeres y que se denominó provisionalmente Tovaryshka ("Amiga"). Esta iniciativa concluyó con el registro de un dominio del mismo nombre. Un año después, el nombre de dominio no utilizado fue donado a la autora de este artículo, quien, con la ayuda de otras mujeres y personas queer, creó y mantuvo un pequeño sitio mediático independiente centrado en el feminismo interseccional y de izquierdas entre 2013 y 2018.
La Ofensiva Feminista se mantuvo activa hasta 2014; posteriormente, se integró en la Centuria de Mujeres de las protestas del EuroMaidán y cesó completamente sus actividades en ese mismo año.
La perspectiva del feminismo académico a menudo no tiene en cuenta la realidad de las mujeres ucranianas. "La modernización según lo que se percibía como avance europeo" parece ser un intento de ajustar la realidad ucraniana en un marco formado en un entorno completamente diferente. El artículo escrito por Olga Plakhotnik y Maria Mayerchyk 'Entre el tiempo de la nación y el tiempo del feminismo: Genealogías de la protesta feminista en Ucrania', que se declaraba crítico con el colonialismo, en realidad pasa por alto el contexto local42. Esta supuesta crítica al colonialismo se convierte en una crítica a la participación de las mujeres en las oportunidades de financiación de las ONG. Sin embargo, para las mujeres ucranianas que participan de forma permanente o temporal en esos proyectos del tercer sector, suele representar una oportunidad de realizar las mismas actividades que llevarían a cabo como parte de su activismo no remunerado, no en el tercer turno después de su trabajo habitual y las tareas domésticas, sino en el primer turno y además por un salario, no de manera gratuita.
Para las mujeres empleadas en esos proyectos, representa una oportunidad de alcanzar la independencia económica, sin trabajar para empresas capitalistas, sin dar valor añadido a los empleadores, ni depender de la merced de un marido o de padres ricos. Además, las prácticas de subvención aportan fondos a Ucrania desde el Occidente global, y gastarlos dentro del país contribuye en cierto modo a mitigar la desigualdad material de la región dentro del sistema de desigualdad global. Las críticas a la denominada ONGización, la profesionalización del activismo político, son probablemente pertinentes para las sociedades occidentales, pero en la realidad ucraniana, los defectos de la ONGización no son del todo evidentes y no superan en número a sus ventajas.
En el mismo artículo se hace mención al "arte queer del fracaso" (es decir, la aceptación de la posibilidad de fracasar), y al autor de esta metáfora que tiene el privilegio de disfrutarlo: la persona queer Jack J. Halberstam (Judith en el momento de la publicación), residente en Estados Unidos, proveniente de la familia de un renombrado matemático, con título universitario en Berkeley y docente en la Universidad de Columbia. Para la mayoría de las ucranianas, así como para las mujeres y personas queer estadounidenses, el "fracaso" de Halberstam resulta inalcanzable, y las conversaciones sobre el fracaso articuladas por alguien tan privilegiado pueden sonar a burla. La lógica de renunciar al éxito en favor de disfrutar de los propios fracasos no funciona para aquellas personas que viven en condiciones tan desfavorables que los fracasos les persiguen constantemente, a diferencia del éxito, que quizá nunca lleguen a experimentar. Además, el propio sistema categorial de éxito/fracaso, en lugar de la ética o la autorrealización, es un producto exclusivo del capitalismo occidental y no está arraigado en la cultura local.
Aparentemente, en ocasiones se espera que el público destinatario del feminismo occidental adecuado posea una conexión intelectual con un contexto occidental elitista, como se sugiere por el uso de términos como "desnaturalización" sin proporcionar su significado43, y la inclusión de un retrato de Judith Butler sin una explicación sobre quién es y por qué sus opiniones son interesantes44. Resulta evidente que todo lo mencionado anteriormente no contribuye a popularizar esta versión específica del feminismo entre aquellas mujeres que no pueden identificarse con las mujeres occidentales blancas y educadas.
En el artículo 'La guerra ruso-ucraniana desde 2014 y el feminismo'45, también señalé que las críticas a la labor feminista en apoyo de las mujeres en las Fuerzas Armadas de Ucrania pasaban por alto el hecho de que los salarios pagados por este empleador son significativamente superiores a la media nacional46.
Otro enemigo, adoptado de otro contexto, es el "neoliberalismo". En Occidente, este término se refiere a una política económica orientada al mercado que sustituyó al "Estado del bienestar", más favorable a los trabajadores, en la década de 1980. El movimiento de izquierda occidental busca restaurar este úlyimo, ya que es un logro perdido. Ucrania nunca ha sido un "Estado del bienestar" como los países europeos o los Estados Unidos de mediados del siglo XX. Esto sugiere que la crítica del neoliberalismo no siempre se inscribe en la crítica más amplia del capitalismo (parece que los autores de dicha crítica supuestamente encuentran normales otras formas de capitalismo), y los ascensores sociales en Ucrania funcionan de manera diferente que en los países del "primer mundo".
En Gran Bretaña, la estratificación social y la discriminación arraigada en ella son realidades. El rechazo de un currículum en el que figure la dirección de un "mal barrio", situación bastante típica en el Reino Unido47, no podría imaginarse en Kíiv. Esto se debe a que la estratificación social y cultural se ha desarrollado en las sociedades occidentales durante siglos, mientras que Ucrania tiene una historia diferente y dicha estratificación es mucho menos prominente. Además, la economía ucraniana se construye y funciona dentro de un marco normativo diferente. Este texto no pretende responder a la pregunta de si el neoliberalismo existe en Ucrania, pero insisto en que su existencia no debe darse por sentada y debe probarse al menos analizando el material local.
El feminismo académico, a excepción de ciertos temas como la historia de las mujeres o los estudios literarios, está poco representado en Ucrania debido a la falta de recursos materiales y de tiempo necesarios para producir este tipo de conocimientos, aunque algunas investigadoras ya han logrado éxitos significativos en este campo. Y aquí llegamos a la cuestión de quién dispone de los recursos para el feminismo en Ucrania, no debido a becas de universidades occidentales, sino como resultado de la financiación dentro del país.
Feminismo liberal y la transversalidad de género
El Consejo de Europa define la "transversalidad de género" como la integración de una perspectiva de igualdad de género en las políticas de un país a distintos niveles48. Organizaciones internacionales que comprometen a Ucrania a realizar acciones específicas para alcanzar la igualdad de género, junto con programas de subvenciones de otros países, invierten sus recursos en el desarrollo del feminismo dominante o liberal en Ucrania. Este tipo de feminismo se enfoca en lograr la igualdad legislativa, la representación de las mujeres en el gobierno y las empresas, la capacitación de las mujeres, y la implementación de una presupuestación orientada al género (estrategia de integración de la perspectiva de género en el proceso presupuestario). De hecho, esta política sigue una continuación lógica de la Primera Ola del feminismo, y ningún país del mundo ha alcanzado la plena igualdad en estos aspectos. Gracias a un sólido respaldo institucional, esta línea de desarrollo ha tenido más éxito en Ucrania. El feminismo liberal en Ucrania recibe apoyo de diversas formas de las embajadas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Suecia y otros países. Las publicaciones feministas Povaha, 50% y Gender in detail trabajan con estos fondos de subvención.
En términos generales, el feminismo convencional puede conllevar un cierto grado de localización de la agenda, siempre y cuando, no consideramos los compromisos internacionales de Ucrania como préstamos coloniales. A modo de ejemplo, la autora de este artículo trabaja para adaptar la agenda 'Mujeres, Paz, Seguridad' a la realidad ucraniana. Las manipulaciones que rodean los temas relacionados con el género y los movimientos antigénero, que han proliferado recientemente tanto en Ucrania como en el extranjero, se consideran parte de la guerra híbrida de Rusia contra Ucrania a nivel de la Oficina del Viceprimer Ministro para la Integración Europea y Euroatlántica49. La Asociación Parlamentaria Interfaccional Rivni Mozhlyvosti (Igualdad de Oportunidades), establecida en el Parlamento ucraniano en 2011, también cuenta con un consejo público sobre cuestiones de género que presenta agendas de género al Parlamento.
¿Es posible un paradigma de análisis ucraniano?
Todo lo anterior no significa que el feminismo ucraniano carezca de voz o que no la vaya a tener en un futuro cercano. No obstante, la investigación feminista, tanto teórica como aplicada, basada en material local, requiere competencias profesionales, así como tiempo y recursos financieros, los cuales en la actualidad son insuficientes. Las feministas ucranianas, así como la sociedad civil ucraniana en general, llevan años mostrando resultados formidables impulsadas por el "puro entusiasmo", pero para un progreso sostenible se requieren recursos sostenibles.
Por ejemplo, Gender in Detail, para la cual redacto este texto, puede financiar este trabajo analítico gracias al apoyo financiero proporcionado por la Fundación Heinrich Böll. Sin embargo, según la redactora jefe de la plataforma, Tamara Zlobina, las revistas en línea no pueden, ni deben, costear todo el trabajo necesario para crear este tipo de materiales. La investigación feminista académica debería llevarse a cabo en las universidades, las cuales pagarían los sueldos de sus investigadores y financiarían así esta investigación. Los resultados de su trabajo, presentados primero en revistas académicas profesionales, deberían ser procesados y adaptados posteriormente para un público general. En cambio, Gender in Detail suele encargar artículos sobre temas que no se estudian en el contexto ucraniano, por lo que en la sección "Temas de la temporada" de la web aparecen muchos textos que abordan determinadas cuestiones por primera vez en lengua ucraniana. Esta situación impone una carga excesiva tanto para el autor como para el consejo editorial.
Los movimientos activistas necesitan recursos organizativos, financieros y de tiempo. La escasez de estos elementos hace que el feminismo ucraniano continúe dependiendo del feminismo occidental y ruso, especialmente en su parte analítica más que en la activista. Mientras que nuestro nivel de capacidad para organizar la marcha de mujeres del 8 de marzo, firmar la petición para ratificar el Convenio de Estambul y coordinar otras acciones colectivas es bastante elevado, en términos de paradigma de análisis y reflexión, seguimos a la deriva entre la adaptación acrítica de Occidente y/o adopción de préstamos "masticados" de los paradigmas rusos, ninguno de los cuales era relevante para la sociedad ucraniana en la fase de su invención o modelación. La razón por la que seguimos consumiendo las "sobras" de las mesas de otros es fácil de nombrar y no requiere una explicación especial: es la falta estructural de recursos para consumir y producir conocimiento de paradigmas y habilidades de autoanálisis.
Es necesario reconocer que la mayoría de los recursos destinados a desarrollar el feminismo y la promoción de la igualdad de género en Ucrania provienen de los países capitalistas desarrollados de Occidente; esta situación ha perdurado durante varias décadas. La producción local real de conocimiento sólo es factible cuando el consumidor y la fuente de financiación de dicho conocimiento es la propia sociedad.
Traducido por Juan González
Artículo original
Artículo en inglés
Publicado orginalmente
el 6 de febrero
de 2022
Hanna Hrytsenko. Socióloga. Investigadora de estudios de género y radicalismo de derechas, feminista, traductora, editora del sitio web "Tovaryshka".