Mantener el rumbo


Michel Lanson
15 de noviembre de 2023

El 7 de octubre, tras una lluvia de misiles, miembros de Hamás y de la Yihad Islámica salieron del territorio de Gaza y atacaron las bases militares israelíes, cometiendo masacres indescriptibles en kibutz vecinos y asesinando a cuantos jóvenes judíos reunidos en una fiesta rave pudieron. Cientos de secuestros indiscriminados de civiles permitieron a los atacantes retirarse con más de 200 rehenes.

El gobierno israelí sometió a Gaza a un diluvio de bombas durante muchos días y noches oscuras antes de emprender una operación militar combinada para entrar en Gaza, una operación que aún hoy sigue en marcha. Miles de civiles están muriendo como consecuencia de los ataques sistemáticos de artillería del ejército israelí (llamado Tsahal, como si se tratara de una persona con voluntad propia). Otras víctimas indirectas de los combates caerán.

Estos son hechos, nada más que hechos. Reducidos a lo esencial. Cada uno tiene su propio análisis de este importante punto de inflexión de la situación mundial. Pero esta cadena de acontecimientos tiene un impacto directo en el curso de la guerra que lleva a cabo Rusia en Ucrania.

Sin embargo, si los miembros de nuestra Red Europea de Solidaridad con la Resistencia Ucraniana (RESU) se han propuesto analizar las modificaciones políticas y los cambios estratégicos relativos a la guerra en Ucrania, no entra en su campo de actividad inscribirse en posicionamientos o acciones relativas a luchas, ciertamente a menudo legítimas, pero no directamente vinculadas a nuestra plataforma de orientación. Y tanto más cuanto que acabamos de constituirnos oficialmente como asociación RESU Francia, con un objetivo claro y preciso.

Es cierto que, en un contexto neoliberal mundial, la tentación del "todo está ligado con todo" es comprensible. Pero sólo un enfoque preciso puede hacer comprender la legitimidad y la necesidad de nuestra lucha en apoyo del pueblo ucraniano, víctima del imperialismo ruso. La naturaleza colonial de la guerra librada por el Kremlin es innegable. Otras políticas son también el resultado de un colonialismo asumido pero el pensamiento y el análisis no pueden progresar mediante silogismos.

Laurent Vogel, en nombre de RESU Bélgica, ha querido aclarar su posicionamiento:

“Somos una organización unitaria creada sobre la base de una plataforma precisa. Cualquier desviación de esta plataforma debe evitarse. La solidaridad con Gaza debe pasar por canales distintos de la RESU. No somos una "mini-internacional". Si dibujas un mapa de posiciones sobre Ucrania y las posiciones sobre Gaza, está claro que los dos mapas no se superponen...”

Y concluye:

“A nivel práctico, constatamos que la lucha en Ucrania ha perdido una enorme visibilidad. Esto es comprensible, dada la gravedad de lo que está ocurriendo en Gaza. RESU debe concentrar todos sus esfuerzos para garantizar que la lucha en Ucrania siga presente en los debates políticos y en las iniciativas concretas de solidaridad.”

No podemos sino comprender y compartir la conclusión de Laurent Vogel.

La guerra en Ucrania ha dejado de aparecer en las portadas. Los programas de televisión que habían estado tratando la situación en Ucrania a diario desde febrero de 2022 han cambiado claramente de tema a partir del 7 de octubre. No hay que lamentarlo ni criticarlo. La prensa desempeña su papel cuando arroja luz sobre la actualidad.

Pero esto nos obliga a redoblar nuestros esfuerzos para ayudar a la lucha del pueblo ucraniano y a tomar el máximo número de iniciativas para que esta lucha permanezca en la conciencia del mayor número posible de personas.

Después del 7 de octubre, el Presidente Zelenski dio inmediatamente su apoyo al gobierno israelí reconociendo el "derecho indiscutible de Israel a defenderse". Quería viajar a Jerusalén, pero Netanyahu le disuadió.

El alineamiento inmediato del presidente ucraniano con la política estadounidense de apoyo a Israel se comprende, en primer lugar, por la orientación política neoliberal de su gobierno y su deseo de unirse a Europa. Pero también por la necesidad de seguir recibiendo ayuda militar de los países occidentales y de la OTAN. Está claro que esta posición no es compartida por todo el movimiento de resistencia ucraniano. De hecho varias voces vinculadas a la izquierda ucraniana no han tenido reparos en criticarla y en aportar su apoyo al pueblo de Gaza1. Pero no debemos esperar de las fuerzas políticas, sindicales, feministas y LGBT ucranianas comprometidas a la vez en una guerra intensa y en una lucha contra las políticas oportunistas de un gobierno que intenta recortar los derechos laborales, a los estudios, etc. marquen la pauta de una posición internacional y global.

El riesgo que temen los ucranianos de una reducción de la ayuda estadounidense a Ucrania es muy real. Ya se ha desviado a Israel un barco cargado de municiones destinado inicialmente a Ucrania.

El gobierno de EE.UU., acosado por la resistencias internas y maniobras preelectorales, considera que ahora debe intervenir en un segundo frente con recursos considerables movilizando varias flotas en el Mediterráneo y el Mar Rojo, mientras que la política estadounidense desde hace muchos años estaba centrada en el Mar de China y Taiwán más que en Europa o el Mediterráneo.

Para Estados Unidos y una parte importante de Europa, ayudar a Ucrania fue una fuerte señal política en dirección a Rusia, pero también a otras naciones, a menudo agrupadas en los BRICS, que podrían desarrollar un sistema autocrático y competitivo como China.

Hoy en día, la guerra en Ucrania obviamente ha retrocedido en la lista de prioridades de los principales partidarios occidentales del Gobierno de Zelenski.

Por lo tanto, es nuestra responsabilidad exigir la entrega de la entrega de todo el equipo militar necesario para repeler al asaltante ruso y hacérselo saber enérgicamente a nuestro propio gobierno.

La presión internacional ha permitido la entrega de artillería moderna, tanques adaptados al terreno y quizás pronto F-16. Pero es una batalla constante sobre todo porque hemos visto que la lentitud de las entregas no se debía únicamente a la gestión de las existencias y la producción.

En esta situación internacional tan inestable [no podemos pasar por alto los efectos de la crisis climática], las posiciones adoptadas por los gobiernos y la inversión de posiciones por parte de algunos países, hacen temer para Ucrania y otras partes del mundo una situación eminentemente peligrosa.

Rusia ha apoyado inmediatamente a Hamás y a uno de los principales actores de la región, Irán, a pesar de que Putin tenía vínculos personales y políticos con Netanyahu.

Irán, que ya suministraba equipos (drones, componentes electrónicos, etc.) a Rusia, está ahora inscrito de hecho en la guerra llevada a cabo por Putin. Los lazos se refuerzan y diversifican.

Turquía, miembro de la OTAN, ha reanudado su política otomana de apoyo a las comunidades de creyentes. Más prosaicamente, el giro político de Erdogan, sin duda también vinculado a la política interna, le priva de la posición que se había fijado como posible intermediario en hipotéticas negociaciones. Pero, sobre todo, el transporte de las exportaciones de cereales a través del Mar Negro ya no está garantizado y reaparece el fantasma de la hambruna en África.

La guerra naval en el Mar Negro está destinada a escalar aún un punto más.

Evidentemente, esta crisis global abierta está en plena evolución y el más mínimo elemento nuevo puede alterar el precario equilibrio que circunscribe las guerras en determinados territorios. Las poblaciones civiles siguen sufriendo y muriendo en masa.

La guerra en Ucrania continúa, se intensifica en este deletéreo contexto.

Cada día los balances resultan más catastróficos. Y antes de que el barro otoñal y las heladas invernales cambien la situación, los combates en el frente continúan a fuerte intensidad.

En una entrevista en The Economist, el General Zaluzhny, Comandante en Jefe del Ejército Ucraniano ha hecho una constatación pesimista de la situación. Para él, la guerra ha llegado a un punto muerto. La contraofensiva ucraniana no ha tenido los resultados previstos: sólo ha conseguido recuperar el equivalente a 17 km de profundidad a lo largo de la línea del frente. El sistema de defensa puesto en marcha por Rusia ha sido subestimado por sus propios servicios y por los asesores occidentales. Al comenzar el invierno, el conflicto se orienta hacia una guerra de posiciones en un frente de más de mil kilómetros. Esta situación es claramente favorable a Rusia, ya que tiene el tiempo de su lado, una gran reserva humana y, en el marco economía de guerra, una producción cada vez mayor de armamentos. En su opinión, si un cambio radical en la importancia y calidad de las entregas occidentales no se produce rápidamente, la guerra estará perdida.

Estas son palabras fuertes y claras. Para que Ucrania pueda hacer frente al ejército ruso, debe tener imperativamente una ventaja tecnológica. Esto depende aún más del tipo y la cantidad de armas entregadas a Ucrania. También del ritmo de las entregas. Quienes apoyan la resistencia ucraniana deben, por tanto, intensificar la presión sobre los gobiernos para que entreguen urgentemente armas adaptadas a la nueva situación.

El presidente Zelenski, responsable de la cohesión nacional en un momento en que está planteada la cuestión de las elecciones así como la de las relaciones internacionales con las discusiones sobre la adhesión a Europa, tuvo que matizar las declaraciones de su jefe del ejército. Pero la realidad sobre el terreno es difícilmente discutible.

En estos momentos, el ejército ruso está a la ofensiva en Ucrania, pero sin ganancias territoriales significativas. El ejército ucraniano ha vuelto a la defensiva y está conteniendo a las fuerzas rusas por el momento. Encarnizadas batallas continúan en la región de Kupiansk.

En los territorios alrededor de Adviivka, los combates son cada vez más intensos. Mientras el ejército ruso continúa golpeando profundamente en territorio ucraniano, las fuerzas ucranianas están atacando numerosas instalaciones militares, principalmente en Crimea. Como señala el General Zaluzhny, las líneas están en vías de estabilización.

No obstante, las pérdidas del ejército ruso son vertigiosas, principalmente como resultado de la estrategia tradicional rusa, que apenas tiene en cuenta la vida humana. La cuestión de la renovación de tropas es un problema recurrente. Tras la movilización masiva de jóvenes de las repúblicas periféricas, del Cáucaso Norte, y el alistamiento de delincuentes en las milicias, el problema no se ha resuelto. En algunas repúblicas, la revuelta de madres y familias se ha hecho oír. Esto supone un peligro político para Putin.

Es en esta inextricable situación en la que resurge la amenaza de los pogromos y el retorno del antisemitismo, en parte debido, sin duda, a las acciones de los herederos de la Ojrana. Aunque varios pogromos en Daguestán se evitaron por los pelos a pesar de la relativa pasividad de la policía, el antisemitismo vuelve a aumentar y, como siempre, será manipulado por políticos sin escrúpulos. Zelenski y su entorno ya habían sido sido objeto de repetidas críticas por parte de Putin debido a sus orígenes. Es de temer que vuelva a Rusia y Ucrania para enturbiar aún más la situación.

Es en esta compleja situación en la que debemos intervenir con claridad y firmeza. Nuestra ayuda material continuará y aumentará. Nuestras intervenciones informativas seguirán proporcionando información y clarificaciones. Se tratará para nosotros y nosotras de dar a conocer cada vez más ampliamente la lucha del pueblo ucraniano, que se está organizando para expulsar al invasor ruso.

Ahora más que nunca, debemos luchar no solo contra las tentativas de nuestro gobierno, sino también contra las de "pacifistas" de derechas y de izquierda que presentan como un paso hacia la paz un alto el fuego en Ucrania aceptando las conquistas rusas. Al igual que las y los ucranianos, reiteramos que sólo la retirada del ejército ruso de todo el territorio ucraniano es la condición para una paz justa y duradera.

En este punto, la situación política no ha cambiado.


Traducido por Faustino Eguberri

Artículo original

Publicado orginalmente el 9 de noviembre de 2023



Michel Lanson. Miembro de la Red Bastilla y del Comité Francés de la Red de Solidaridad con Ucrania.